"Un maragato en la torre", por Mercedes G. Rojo

"Un maragato en la torre", por Mercedes G. Rojo.

La nueva sección de Diario de Valderrueda "Senderos a lo alto", impulsada por Marina Díez Fernández, sigue mostrando el homenaje literario de varios escritores a nuestra tierra y nuestra montaña. 

Es curioso como se entrelazan las leyendas y la historia de nuestra tierra. De la pluma y voz de Mercedes G. Rojo recordaremos cómo llegó el Maragato a la torre de Boñar. ¿No resuena en vuestra mente la canción solo con leer las palabras maragato y torre?  

UN MARAGATO EN BOÑAR

Hola, soy Mercedes González Rojo, escritora, y hoy quiero contaros una historia que une dos comarcas leonesas: la maragata y las tierras de Boñar. ¿Qué cómo vamos a unir dos comarcas separadas por más de 100 km.? Está claro que a través del maragato de la torre. Sí, sí, ese mismo, el de la jota de Boñar. Ya os lo habíais imaginado ¿no?

Y es que, tal como dice la canción, León no tiene ningún maragato en la torre, aunque sí lo tiene Astorga, capital de Maragatería. Y no uno si no dos. Empezaré por hablaros de un personaje que no es otro que el gato maragato, y es tan, tan especial, que tiene incluso su propia leyenda. Este gato (del que por el momento solo voy a deciros que, por extrañas circunstancias, pasó de habitar nuestro mundo a habitar el mundo de las estrellas) decidió seguir los pasos de su amo –un arriero que recorría las tierras de España de N a S y de E a O- buscando el rastro de otros maragatos que, como su buen amigo Pedro Mato (de quien os contaré su historia en otro momento), habitaran en torres, leyendas, obras de arte… Y ¡claro!, comenzó por la propia Astorga, exactamente por la torre del Ayuntamiento donde Colasa y Juan Zancuda, una pareja de maragatos, marcan las horas de la ciudad.

Fueron precisamente ellos quienes le contaron que aquí, en la iglesia de Boñar, existía otro MARAGATO EN LA TORRE, que también daba las horas.

Y se vino hasta aquí para conocer su historia. 

Cuentan las crónicas que, allá a principios del siglo XX, llegó a Boñar un rico ingeniero experto en minas de talco llamado Bernardo Crosa. De origen maragato, cuando comprobó que estas tierras habían pertenecido a los marqueses de Astorga, quienes décadas antes habían donado el reloj que lucía la hermosa y esbelta torre de la iglesia, quiso tener él un gesto parecido. Y encargó al carpintero local Desiderio Cañón la figura de un maragato que le recordara a los del Ayuntamiento de Astorga, y que se colocaría en la torre para señalarle a los boñarenses el paso de las horas.

Dicen que salió éste de un tronco de peral de la huerta de doña Tomasa y se hizo tan famoso el maragato que fue de boca en boca, por toda la provincia y por el mundo alante, gracias a esa Jota de Boñar que dice:

Dos cosas tiene Boñar

que no las tiene León,

dos cosas tiene Boñar

el maragato en la torre

y en la plaza el Negrillón.

También hay varios dichos populares que durante décadas corrieron de boca en boca por el pueblo, como este que dice:

«Maragato de la torre,

yo te conocí peral,

de las hijas de Desiderio,

eres hermano carnal».

O ese otro que cuentan decía el propio Desiderio:

«Fue el hijo que más me costó hacer

y el que menos guerra me dio».

¿Vais a dejar que se pierdan en el olvido?

Han pasado 95 años y hace unos meses lo han bajado de la torre para protegerlo del deterioro al que la intemperie lo ha sometido estos años, para sustituirlo por una copia de otro material más resistente. El primigenio podremos contemplarlo protegido por una urna de cristal.

Y esto es todo por hoy: algunas de las cosas que voy aprendiendo mientras sigo los pasos de mi gato maragato. Espero que os hayan gustado. 

Vídeo y fotografía: Mercedes G. Rojo