Guías del camino

Guías del camino...Por Noemí Suárez Blanco.

Hoy hace ya un mes del evento 'Noche en la Trinchera' organizado por Sangre Minera y en el que pude participar al lado de gente como Batallón 249, Ruinas León o Trubia 1916. Una experiencia única. En mis auriculares suena la versión de 'Canto de Fugaos' del grupo Tarna y hago reflexión:

Cuando era una estudiante recién llegada a las aulas de la educación secundaria obligatoria ya en mi cabeza rondaban infinidad de cosas. La que más me preocupaba y a la que más vueltas daba era la de los cuatro años ('con suerte!) que me quedaban por delante. Esto, parece ser, no ha cambiado mucho: el camino que queda y lo que hay que aprobar.

Pero con cada inicio de curso siempre fui optimista. Tenía ya preferencias y sabía lo que quería estudiar 'cuando pudiera elegir' (nunca cambió). Preparaba material, cogía los libros y los ojeaba. El olor a nuevo, los reencuentros, un nuevo curso, todo por delante... Siempre me gustó el comienzo del curso. Esos nervios del empezar que asustaban y emocionaban a partes iguales.

Nunca fui buena estudiante. Al menos no para el sistema que teníamos. Lo que estudiaba por obligación me parecía un mundo y lo que me gustaba... bueno. Estaba la parte de atender, aprender, disfrutar y trabajar y después la de memorizar para aprobar. Éramos muchos en la misma situación. Apartados por no responder a un sistema con pautas y objetivos en las que debíamos encajar.

Me costó muchos años, más de cuatro, darme cuenta de que yo no era el problema. Lo era un sistema que descartaba a gente perfectamente válida y, por suerte, muy distinta. Pero por alguna razón nunca me rendí, pocos fuimos los que no lo hicimos, porque tras la educación secundaria obligatoria llegó el bachillerato y los grados superiores y yo sabía dónde quería llegar por mucho que se empeñaran en enseñarnos solo un camino que cribaba sin compasión.

No os voy a negar que el camino fue muy duro. Enfrentarte a ti constantemente en un sistema que no encaja con cómo eres durante años es frustrante. Hubo de todo y ahora, pasado el tiempo, agradezco haber vivido cada rato (bueno y malo, más de estos últimos). Si pudiera hablar con mi yo de entonces sólo podría decirme una cosa: '¡ADELANTE!'.

En este viaje, largo largo largo, tuve suerte de toparme con mucha gente que sentía lo que hacía. Pude aprender con personas que su vocación era enseñar y hacerlo con pasión. A pesar del abanico de edades, en las que pasamos ciertas etapas y en las que tenemos que tomar decisiones importantes, siempre pude aprovechar cada momento de aprendizaje. Y ahora pasado el tiempo y aún en contacto con unos cuantos de esos 'guías del camino' no puedo menos que estar agradecida por esa mano que nos tendían, incluso cuando nos veíamos en caída al abismo.

Con esas personas aprendimos que para la vida todos estábamos preparados. Que en el mundo de afuera, el real, teníamos un hueco y debíamos reivindicarlo. Nos enseñaron a querer seguir, a aprender, a tener curiosidad, a potenciar cada una de nuestras virtudes, porque si bien distaban bastante de los objetivos que debíamos alcanzar fuera como fuera... eran muchas y muy válidas. Todos podemos llegar a la meta de muchas formas y por muchos caminos. Los hay cortos y rápidos, pero también largos y sinuosos. Y gracias a estas personas somos muchos los que hemos llegado a ser y a hacer lo que deseábamos, por eso me gusta recordarlo y agradecer siempre que puedo.

A día de hoy, ya bastante lejos de aquella etapa que parece tan lejana, tengo la suerte de conocer y coincidir con personas que sienten lo que hacen. Y es que, cosas de la vida que nos reencuentra y junta en los momentos precisos, he podido descubrir otra forma de enseñar y, por supuesto, de aprender (esto siempre). De la mano de los chicos de Batallón 249 he viajado por la historia de una forma que ojalá todos pudieran hacer. Sobre todo esos jóvenes dentro de ese sistema que no va con ellos. Porque gracias a ellos o a los mocines de Ruinas León o Sangre Minera ... he vivido la historia, la he tocado, con la que soñaba desde bien niña cada vez que trotaba los altos de mi pueblo. He conocido a gente que disfruta y siente lo mismo y con los que he podido vivir experiencias únicas. Cada historia y leyenda que siempre me contaron y cada piedra con pasado que he pisado se hace realidad con cada recreación que llevan a cabo, porque cuando consigues abrir la mente ya no hay quien pare eso.

Sí, esta gente hace recreaciones históricas. Y son profesores, historiadores, amantes de la historia (nuestra historia), defensores de nuestra identidad y tradición, compañeros de este viaje en el que la vida te cruza al final. Esta gente hace mucho más que enseñar historia y disfrutar con ello. Son esos 'guías del camino' que te esperan y acompañan, que te demuestran que todos podemos hacer caminos y también seguirlos.

Si pudiera viajar al pasado y hablarme sin duda me contaría todo esto. Me diría que disfrutara de lo bueno y sobre todo que aprendiera de lo malo, porque al final con todo eso a cuestas acabaría caminando con gente que me iba a hacer mejor. Me diría que en unos años voy a conocer a muchas personas y que voy a conseguir muchas cosas. Que voy a aprender a amar mi tierra y a soñar en ella. Que voy a viajar en el tiempo sin artefactos y a través de la historia al lado de quien la enseña con pasión. Sin duda me diría '¡adelante!'.

Espero con ganas que mi yo futuro me hable para decir que esto es solo el principio, que nos hemos conocido y nos queda mucho que hacer y vivir. Me espero con ansias para contarme que este viaje que empieza apartándonos del camino continúa creando otros y ayudando a hacer más con cada paso. Terminar nunca. Un camino nunca acaba mientras sigas pisándolo cada día. Y esto lo he aprendido con el tiempo, con toda esta gente que no cesa en ser quienes son. Por todo esto... afortunado el que se tope en la senda con ellos.

Fuente: Noemí Suárez Blanco

Fotografía: Noemí Suárez Blanco