El verano, sus festejos y las tormentas

El verano, sus festejos y las tormentas. Por Noemí Suárez.

¡Una vez más se aproxima la fiesta de la democracia! ¡Qué emoción tan grande y cuanta indecisión! Qué irónico todo. Y cuanta risa produce ver a unos pegarse verbalmente con los otros una y otra vez y otra y otra vez. ¿Verdad que estamos entretenidos? Es para quedarse estupefacto cuanto menos. Y más haciéndolo al comprobar que solo existe un porcentaje de territorio 'que cuenta'. Lo demás es todo terreno para rellenar.

Lo que verdaderamente es: deprimente, vergonzoso, ridículo, .... podría seguir una mañana entera calificando y ninguna palabra conseguiría de verdad describir la situación de manera certera.

La situación es que en pleno siglo XXI, en el mundo de la globalización, las tecnologías, la comunicación, .... sigamos repitiendo los patrones de los mismos. Esos que dirigen y controlan haciendo creer que todos elegimos y tenemos poder y derecho para ello. Los que nos dicen que todos contamos e importamos, pero solo durante unos días de plenas y agotadoras campañas. De recorrer terreno como si fuera una conquista.

Estamos en el mundo de la vergüenza. Donde mentir y que quede guardado de alguna forma no importa, porque los perjudicados son los menos y nada importan porque tampoco aportan ni dan mucha guerra. Vivimos una época desgraciada donde cuenta lo que interesa, y lo que no es solo una mota de polvo que estorba y acabará perdiéndose entre más motas. Lo peor de todo es que la conformidad también está instaurada, está arraigada como los muros de un pasado que ya no cuenta pero existe. Está ahí.

No todo es culpa nuestra, pero sí la gran mayoría. Somos conformistas cuando nos quejamos, nos ignoran, nos pisotean y seguimos pasando. ¡A ver qué es lo siguiente!. En el siglo de los avances de todo tipo hay zonas en las que hay que sobrevivir. Y hay que hacerlo sin remedio pues cuando se acuerdan de ellas son solo para rellenar un titular atractivo, el contenido ya no importa, como las gentes que poblan estos lugares que actualmente son solo escenarios de una noticia de última hora.

He perdido la cuenta ya de todas las veces que escucho eso de 'no hay gente joven', cuando realmente somos unos cuantos que aquí seguimos, luchando, porque de otra forma no es posible quedarse. He perdido la cuenta de las veces que escucho también eso de 'sin industria nada se puede hacer', cuando está demostrándose que tampoco es del todo cierto, que otro modelo está siendo posible. También he perdido la cuenta de las quejas de lo que no hay en torno a barras de bares o corros en las calles, siempre lo negativo, nunca nada positivo. Pero también hace mucho que dejé de contabilizar las quejas continuas de cuando algo hay (si viene molesta). ¡Incoherencias de la vida!.

Tenemos mucha culpa, aunque no toda, de estar como estamos.

Primero por nosotros mismos, porque nos encanta ponernos en el disparador en el momento preciso y al rato se nos ha olvidado. Porque nos indignamos si no llega nada y cuando llega enseguida nos perturba. Porque somos seres pasivos esperando a que algo llegue en vez de buscarlo. Antes era más sencillo porque había que salir a manifestarlo, pero ahora todo está a través de una pantalla. Un elemento fácil de silenciar, de desviar la atención, de apagar.

Y segundo por ellos, los que nos representan y elegimos (supuestamente ambas). Porque para defender y proteger a alguien o a algún territorio lo primero que hay que hacer es conocerlo y pisarlo. Reconocerlo, hablar de él, enamorarte una y otra vez cada vez que lo tocas o lo mencionas o vuelves a él después de estar lejos. Para hablar sobre algo que supuestamente representas hay que emplear tiempo y sentimientos. Hay que luchar por ello y protegerlo, a poder ser sin hacer de menos otras cosas (que esto también se nos da de lujo). Por esto y más estos que se llaman nuestros representantes no representan absolutamente nada.

Son muchos los titulares veraniegos de zonas muertas en invierno que ahora se llenan.

- Las instituciones maravillosas que ponen un par de transportes algún día para masificar de golpe un sitio algo turístico, que se vea que un lugar famosete se visibiliza bien en los medios y se llena de gente, así cuando luego sus habitantes se manifiesten en otras estaciones podemos pisotear todos juntos y fuerte echándoles en cara que tuvieron cuatro días súper buenos y que no deben quejarse.

- Las diputaciones que crean un par de rutas en todo un territorio de montaña para acercarla a los jóvenes. Dándoles a entender que gracias a ese esfuerzo e inversión tienen alguna opción en vez de las millones de elecciones existentes gracias a los que forman y conforman el territorio.

- Las malas conexiones, cobertura, internet, comunicaciones, carreteras en mal estado, .... que afectan a los que se van de vacaciones o de escapada. Porque es una autentica tortura no poder pagar con la tarjeta en una salida cualquiera. Ya lo de cubrir a los habitantes, negocios, trabajadores (o teletrabajadores) que viven (¡SOBREVIVEN!) el resto del año lo pasamos un poco por encima porque ya está un poco bastante visto la queja por 'la falta de'.

Está claro, para los habitantes de ciertas zonas al menos, que la fiesta de la democracia es un simposio muy lejano. Algo que solo celebran algunos que lo mueven todo. El resto recogemos los restos de la fiesta con la esperanza de que algún día entraremos a formar parte del banquete. La parte positiva ahora mismo .... que la resaca de la fiesta a nosotros nos pasa tan desapercibida que solo nos hace falta apagar la pantalla (para los que están continuamente sin conexiones ni encenderla siquiera).

El consuelo es que los pocos pueden ser muchos. Al menos algunos nos levantamos día a día con la ilusión de elegir y hacerlo sin perder. Aunque el verano y sus festejos pasen.

Fuente: Noemí Suárez Blanco

Fotografía: Noemí Suárez Blanco