Pensamientos navideños, por Marina Díez
Pensamientos navideños, por Marina Díez.
No ocurre nada si se cierran las barreras de las provincias porque “La Vieja del monte” vive en Riaño (León)...La preciosa opinión de la futura Navidad por la poeta de Sopeña de Curueño...
Falta menos de un mes para que las calles se colmen de sombras, esas que tornarán en palpable la enorme crisis económica que arrastra el comercio de nuestra ciudad. El ayuntamiento, por su parte, comienza a tender en farolas y fachadas, a cuentagotas, esas luces de navidad que no sabemos si se encenderán. ¿Se podría destinar mejor el dinero que invertirán en ellas? ¿es un gasto superficial? Creo que con ello únicamente intentan devolver un poco de magia e ilusión a una población hastiada por la pandemia, las deudas y la desesperanza; como si esas bombillas que se unen formando filigranas proporcionaran una tregua a la tristeza y la desgana.
¿Cómo serán las navidades de 2020 con miles de familias en Ertes, cerrando sus negocios o hipotecándose para poder mantenerlos, con otras tantas que han perdido vidas, esas que no son las cifras de los telediarios sino de las que notas de verdad su ausencia, con niños que son superhéroes y hacen todo lo que se les pide para mantenerse a salvo acudiendo a sus colegios a aprender, sin poder jugar en los parques y no abrazando a sus amigos, porque tienen más conciencia que ningún adulto que les rodea? Cómo explicar a esos pequeños que ese hechizo que recreamos en Navidad este año no va a poder ser ¿Confinamos a Papá Noel y a los Reyes Magos? ¿Les explicamos que no pueden acceder a nuestras casas por el Covid19? Mi hija, con cinco años, tiene muy claro que los regalos se pasarán unos días en cuaretena antes de que pueda abrirlos o que deberá hacerlo lavándose las manos cada poco y desinfectando bien cada uno de ellos. Y que no ocurre nada si se cierran las barreras de las provincias porque “La Vieja del monte” vive en Riaño (ya se aseguró de que es un pueblo que pertenece a León y que cuanto menos las gominolas en Nochebuena llegarán como cada año) Son pensamientos que la perturban, traslada sus conversaciones conmigo hacia ese tema constantemente.
-Mamá, son mágicos, algo se les ocurrirá para poder llegar hasta nosotras- y a mí se me parte el alma, porque pienso en todos los que carecen de nuestro privilegio. A día de hoy continuamos sanas y no me falta el trabajo para poder concederle sus humildes peticiones: unos libros de cuentos, pintura de dedos, plastilina, un pijama horroroso que la encanta, “cosas para hacer manualidades con mamá”, pintura de cara, juegos de mesa y una bicicleta más grande, normalmente añade regalos para el resto de sus seres queridos, algo para los abuelos, su primo pequeño, su madre… de hecho, ocupa más esa enumeración de objetos que los dirigidos a su persona. Estoy orgullosa de ella y de su lista de regalos, no suele pedir grandes cosas, pero las que dibuja en su inventario las anhela con todo su corazón, este año además por primera vez las escribe de su puño y letra, lo cual agradezco, porque los dibujos que hacía otros años en las cartas eran bastante difíciles de descifrar. -Mamá, no te preocupes, me lo traerán seguro y todos tendremos regalos-
Este año no podrá visitar los hogares de sus tíos, ni primos, ni ver a su bisabuela si no es a través de una videollamada. Los regalos apostados en el Ramos leonés que destinemos a todas esas personas, tan queridas para nosotras, continuarán debajo de él hasta que realicemos los envíos a sus respectivas viviendas. Compartiremos, aunque de una manera diferente. El calor de la Navidad lo traerá la calefacción y no el abrazo entrañable de un ser querido.
Bien os digo, en 2020 soy afortunada. Tendré el abrazo de mi niña, un techo, una comida y algunas florituras comerciales. Ojalá de aquí a que lleguen esas fechas tenga la riqueza de poder suscribir todo lo escrito, ese será el mayor de los presentes.
Fuente: Marina Díez Fernández
Fotografía: Marina Díez Fernández