Diario de Valderrueda
"Solana de Fenar: barro, historia y naturaleza", por Marcos Castro
jueves, 28 de marzo de 2024, 21:08
CULTURA - MONTAÑA LEONESA

"Solana de Fenar: barro, historia y naturaleza", por Marcos Castro

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"Solana de Fenar: barro, historia y naturaleza", por Marcos Castro

Como cada semana, la sección "Senderos a lo alto" de Marina Díez sigue mostrando el homenaje literario de varios escritores a nuestra tierra y nuestra montaña.


Foto marcos


Damos salto de valle para continuar mostrando nuestro amor por la montaña leonesa, esta vez el poeta Marcos Castro nos describe la belleza de su pueblo.


- Solana de Fenar: barro, historia y naturaleza, por Marcos Castro Morán 


Nos adentramos en el Valle de Fenar, una comarca situada entre La Robla y Matallana de Torío, que bebe del cauce de los ríos Bernesga y Torío antes de su paso por la capital. Concretamente nos centramos en el pueblo de Solana. De este, vamos a contar la historia que guardan sus caminos y montes.


En la cara norte del pueblo y justo encima de él, se encuentra la primera parada obligatoria, su tesoro y orgullo, un guardián de barro, tierra arcillosa de vivos colores, pequeñas cordilleras que la erosión del agua ha dotado de filos imposibles, se trata de “Las Barreras “, un afloramiento de rocas mesozoicas de origen cretácico, perteneciente a la conocida como formación Voznuevo, constituida por arenas, limos y conglomerados. Popularmente conocidas como “las medulillas “, debido al peculiar paisaje escarpado, lleno de afilados picos similar a las explotaciones auríferas de las médulas (en la comarca del Bierzo). A su barro se le atribuyen propiedades curativas para las enfermedades reumáticas, tanto es así que decenas de curanderos de toda la provincia venían a recogerlo para utilizarlo en sus terapias, del mismo modo, varias marcas comerciales lo han incluido en sus productos de estética. Su variedad de colores son un auténtico regalo para la vista.


Dejamos este tesoro natural a la izquierda y seguimos un camino de piedras sueltas que enseguida gira en esa misma dirección, comenzando una prolongada pendiente que nos acompañará hasta el final de nuestro trayecto. A la derecha, nos saluda un arroyo conocido en el pueblo como “La Reguera “, donde antiguamente sus habitantes iban a lavar la ropa, taja y cajón en mano. En verano se formaban profundas pozas utilizadas como zonas de baño, también se convertía en un privilegiado observatorio de ranas y renacuajos.


Seguimos ascendiendo sin salirnos del camino, praderas y pedregosos campos se intercalan, donde hasta no hace muchas décadas se levantaban inmensos cultivos de centeno, que, trabajados por hombres y mujeres, y con la colaboración de “, la Mora, la Torera y la Gallarda " entre otras robustas y sociables vacas, producían este cereal, que medido en heminas convertían en harina, uno de los sustentos de su alimentación.


Aproximadamente a los cuarenta minutos de Ascensión, nos encontramos con la segunda parada obligatoria, el paraje conocido como “La Cruz “. Nos queda a la derecha y justo encima del camino. Tal y como su propio nombre indica es una piedra en forma de cruz latina, de unos cien centímetros de alto por sesenta de ancho con una inscripción tallada sobre ella. Cuenta la historia, que un joven pastor del pueblo vecino de Candanedo llamado Leonardo era testigo de los encuentros que mantenían el pastor de Solana (con fama de huraño) y una vecina del mismo pueblo que el joven. Leonardo, que según decían era muy ingenuo, quería contarlo y el pastor de Solana para que no lo hiciera le dio muerte. El rebaño bajó solo al pueblo, momento en el cual los vecinos sospecharon y fueron a buscarlo encontrando su cuerpo. No se pudo demostrar nada. Para recordar al joven pastor se levantó una Cruz (la construyó un vecino de Solana al que llamaban " el tío moscas ") en el mismo lugar donde Leonardo fue hallado sin vida.


Pocos metros detrás del pequeño monumento fúnebre continúa el camino, que poco a poco se va cerrando, y sin darnos cuenta nos introduce en un precioso robledal, donde el tiempo se detiene, o incluso retrocede. Millones de hojas de roble adornan el suelo, haciendo que nuestros pies se hundan a cada paso. Los senderos se tienen que intuir. Mientras caminamos absortos en el encanto y el halo de cuento que nos rodea (estoy seguro de que, si existen las hadas y los duendes, aquí es donde viven) nos descubrimos entre estrechos pasillos de tierra, piedras, ramas y hojas. Tendremos que sortear enormes construcciones de forma cónica, hogar de titánicas hormigas rojas, dispuestas a defender su bosque a capa y espada. Metros y metros de trincheras excavadas durante la guerra civil y usadas como refugio del bando republicano durante el día (por la noche bajaban al pueblo a utilizar los hornos para procurarse alimentos) se extienden por el mágico bosque, donde podemos mirar con ojos de hoy nuestra historia.


Aún nos queda un último alto en el camino, a través de los huecos que nos dejan los robles divisamos una pequeña colina de piedras, que actúa como improvisado mirador. Si pensáis que estáis preparados para lo que vais a ver, estáis equivocados, pues la belleza que se descubre ante nuestros ojos es tal, que hay que pellizcarse cuatro veces, que son las que merece ser visitado, una por cada estación del año. Al noreste, estamos escoltados por el imponente pico Correcillas o Polvoreda, en esta misma dirección también se divisa el macizo de la Hoces de Vegacervera. Justo a nuestros pies se encuentra el hermoso hayedo de Orzonaga y el valle que une dicha población con la de la vecina Llombera. Las montañas de Cármenes hacia el norte nos deleitan, y mirando al noroeste se llegan a apreciar algunas cumbres de Villamanín y Pajares.


Como conclusión, podemos decir que en el pueblo de Solana de Fenar descubrirás una ruta de barro, historia y naturaleza, en la que el disfrute y el aprendizaje te llevarán de la mano. 


Fuente: Marina Díez Fernández - Marcos Castro

Fotografía: Marcos Castro


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1 Comentarios

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Muy lindas notas las de marina diez

escrito por Fernández María del carmen 27/jul/20    23:33

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