Aurora del Barrio celebra sus 100 años por todo lo alto en Tercera Actividad de Aguilar
Aurora del Barrio celebra sus 100 años por todo lo alto en Tercera Actividad de Aguilar.
Arropada por el equipo que la cuida, por el resto de residentes y con el cariño de amigos y familiares, ha disfrutado de un gran día, como se merece.
Aurora del Barrio ha celebrado por todo lo alto sus 100 años en su segundo hogar, el centro Tercera Actividad de Aguilar de Campoo, porque un siglo de vida no se cumple todos los días. Arropada por el equipo que la cuida, por el resto de residentes y con el cariño de amigos y familiares, ha disfrutado de un gran día, como se merece.
Llegó al mundo el 21 de febrero de 1924 en Lomilla, pedanía de Aguilar, donde paso su infancia junto a sus padres, Lucio y Agustina, y sus tres hermanos, Quico, Alicia y Alfredo. En dicha localidad de la Montaña Palentina fue a la escuela y compaginó los estudios con las labores del campo, su padre era agricultor. Eso sí, siempre tuvo claro que el trabajo en el campo no era lo suyo.
Quizá, por eso, en cuanto pudo, como muchas jóvenes de la época, comenzó a trabajar en la fábrica aguilarense de galletas Fontaneda. Aquello sí le gustaba, aunque cada día tardase casi una hora en recorrer andando los seis kilómetros que separan su pueblo de la villa galletera. Le merecía la pena y lo hacía con ilusión. El trabajo en la fábrica le dejaba poco tiempo libre, los ratos que lograba sacar, los aprovechaba, cuando era posible, para irse de fiesta con su hermano Quico y salir a bailar, “si no era con él, mi padre sola no me dejaba marchar”.
Fue, posiblemente, en uno de esos bailes, donde conoció a su marido, Exiquio, agricultor natural de Villela, con quien se casó y tuvo un hijo al que la polio le arrebató antes de tiempo. Tras ese duro golpe, se mudaron a Alar del Rey, donde Exiquio entró a trabajar en la fábrica de galletas de la localidad, mientras Aurora, cuidaba de un nuevo retoño.
Vivieron muy felices, pero, cuando apenas llevaban una década en Alar, la vida volvió a golpearle duro, su marido falleció y Aurora, sola con un niño de 12 años, se mudó a Aguilar para trabajar como empleada del hogar. Trabajó mucho para poder sacar adelante a su hijo y darle “unos estudios”.
Hace un tiempo llegó a Tercera Actividad, no podía cuidarse sola y era una buena opción para sentirse atendida y acompañada. Hoy, este es su segundo hogar, y por eso, ha celebrado "como en casa" su centenario, arropada por el equipo y el resto de residentes y con el cariño de amigos y familiares.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Fundación Santa María la Real