La Colegiata de Santa María de Arbas y su leyenda del oso y el buey
La Colegiata de Santa María de Arbas y su leyenda del oso y el buey.
El templo, que es muestra del último románico leonés, tuvo su origen en un hospital para los peregrinos que iban a Oviedo para visitar San Salvador.
La Colegiata de Santa María de Arbas, declarada Bien de Interés Cultural en 1931, fue construida durante los siglos XII y XIII y tuvo su origen en un hospital para los peregrinos que iban camino de Oviedo para visitar la Catedral de San Salvador. El templo es muestra del último románico leonés, pero además, como todo gran monumento tiene su leyenda, la del buey y el oso.
Su fundación en torno a 1116 se atribuye al conde leonés Fruela Díaz, cuñado del Cid, y su esposa Estefanía Sánchez, que quisieron crear un albergue u hospital que sirviera de refugio, protección y descanso a los peregrinos que cruzaban el puerto de Pajares, un paso especialmente peligroso.
Eligieron para asentarlo la localidad de Arbas del Puerto, donde se había asentado una comunidad monástica de canónigos regulares de san Agustín. Los condes quisieron que estos religiosos se encargasen de poner en funcionamiento el hospital y, para ello, les donaron un monte contiguo a su asentamiento que era de su propiedad.
Primero se levantó el propio sanatorio y una pequeña capilla junto a un manantial del río Bernesga. Por aquel entonces era una construcción muy tosca y pobre, que llegó a conocerse también como 'Casa de los Probes' porque, además de atender a los peregrinos, sirvió de alojamiento a los pobres que así lo solicitaban.
Más tarde, en 1216, el rey Alfonso IX de León, que en sus frecuentes viajes a Asturias se alojaba en Arbas y realizaba importantes donaciones a la abadía, ordenó la construcción de la nueva Iglesia de Nuestra Señora de Santa María de Arbas, junto al albergue. Fue aquí cuando parece que comenzó a forjarse la leyenda del oso y el buey.
La leyenda del oso y el buey
Durante la construcción de la nueva iglesia de Arbas se cuenta que Pedro, carretero y monje, transportaba piedras desde la cantera de Pendilla cuando, por el viejo camino, un oso atacó y mató a uno de los dos bueyes que tiraban de la carreta.
Sin rendirse, Pedro capturó al oso y le unció el yugo junto al buey superviviente. Así, ambos animales se encargaron de portear la carga hacia el nuevo templo hasta que se completaron los trabajos. Por ello, la portada occidental está flanqueada por dos modillones, en uno está representado el oso y en otro el buey.
La leyenda alcanzó tal relevancia que ambos animales forman parte del escudo de Villamanín, municipio de la Montaña Central Leonesa del que forma parte la Colegiata de Arbas.
Tras las obras, en 1419 la abadía fue secularizada y en 1582 el rey Felipe II la relevó del derecho jurisdiccional, aunque poco tiempo después el abad lo recuperó. Por todo ello comenzó la decadencia monacal, y esta continuó con la ausencia de los abades, que ya no dormían dentro de la clausura y gobernaban el monasterio sin pisarlo, a lo que se unió la mala administración de los beneficios.
Finalmente, la desamortización española puso fin a la vida canónica y con el paso del tiempo el hospital fue perdiendo vida, hasta que solo se mantuvo el templo como parroquia de la localidad.
Ya en el siglo XX, fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931, lo que no impidió que la iglesia fuese saqueada durante la Guerra Civil y que la imagen original de la Virgen fuese pasto de las llamas en 1936. Posteriormente, a mediados de siglo, el arquitecto Luis Menéndez-Pidal y Álvarez se encargó de su restauración.
De aquellos siglos de esplendor, ha quedado la propia Colegiata y las doce casas de los canónigos regulares, la mayoría abandonadas, y la fuente donde muchos conductores paran a coger agua. El desaparecido hospital se encontraba en el enclave donde se sitúa el 'Mesón Quico', también cerrado.
En la actualidad, la Asociación de Simpatizantes de la Colegiata de Arbas (ASCA) se encarga de conservar las antiguas tradiciones del lugar, dar lustre al edificio e impedir que caiga en el olvido.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Ayuntamiento de Villamanín; Oso y Buey - Asturnatura
Escribe tu comentario