El jesuita leonés de Las Salas, Ángel Tejerina, cumple 100 años
El jesuita leonés de Las Salas, Ángel Tejerina, cumple 100 años.
El hombre, que ha llegado muy alto en la carrera eclesiástica, nació tal día como hoy y lleva a León, la montaña y su infancia allí vivida, en lo más hondo de su corazón.
Este 7 de octubre cumple 100 años el jesuita leonés Ángel Tejerina Díez, nacido a orillas del Esla, en la localidad de Las Salas (Crémenes).
En los años 20 del siglo pasado, los pueblos estaban llenos de rapaces y Ángel Tejerina enseguida destacó entre todos ellos por su extraordinaria viveza e inteligencia. Por aquel entonces los jesuitas enviaban con frecuencia “ojeadores” buscando futuros talentos, llegando uno de ellos a Las Salas.
Puesto al habla con el maestro sobre su misión, este último señaló rápidamente a Ángel Tejerina, quien recibió una gramática de latín que aprendió de memoria en apenas un mes. Sus padres, humildes labradores, accedieron pronto a que la Compañía de Jesús se hiciera cargo de su educación.
Estudió el bachillerato y la carrera de teología con sobresalientes y matrículas de honor, ordenándose sacerdote en 1953 en Lovaina donde también aprendió lenguas. Destacó desde joven por su enorme moderación, capacidad de diálogo y respeto, lo cual hizo que aceptara cada vez más altos cargos dentro de la Compañía.
Durante muchos años fue estrecho colaborador del padre Arrupe, prepósito hasta 1981, siendo nombrado por éste Provincial de León, cargo que abarcaba no sólo la provincia de León sino también las de Zamora, Salamanca, así como toda Galicia y Asturias.
A principio de los años 80, Ángel Tejerina fue considerado como posible sustituto del padre Arrupe como General de la Compañía de Jesús. Pero al margen de estos cargos de gran responsabilidad, la tarea más difícil y compleja que le fue encomendada, fue la de coordinar el traslado de la Universidad Pontificia de Comillas a Madrid en 1969, tarea que concluyó con extraordinario éxito. Actualmente Ángel Tejerina se encuentra en la residencia de padres jesuitas en Salamanca.
Pese al ingente trabajo y a los muchos viajes que realizó durante su vida, nunca dejó de ir a Las Salas, sobre todo en verano, llevando León, la montaña y su infancia allí vivida, en lo más hondo de su corazón.