Donde se teje el futuro: el CIAMI y la fuerza de una red de mujeres

Donde se teje el futuro: el CIAMI y la fuerza de una red de mujeres.

 El VII Foro del Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer e Igualdad de Villaquilambre se convirtió en un espacio de reflexión, encuentro y compromiso.

Desde hace años, en Villaquilambre se está gestando algo poderoso. Un tejido invisible hecho de voces, cuidados y conciencia compartida. Una red que no se improvisa, que no responde a modas, sino a una necesidad profunda: pensar la igualdad desde la experiencia, desde el cuerpo, desde la vida real.

Por eso, lo que ocurrió el pasado 12 de junio en el Centro Cívico de Navatejera fue mucho más que un evento: fue la celebración de un largo trabajo colectivo. El VII Foro del Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer e Igualdad de Villaquilambre se convirtió en un espacio de reflexión, encuentro y compromiso.

Con el título 'Nombrar el engranaje', se articuló en torno a una pregunta tan antigua como urgente: ¿Quién cuida, y a qué precio?

La bienvenida institucional corrió a cargo de tres mujeres que han estado al frente de este impulso: Berta Llamazares, concejala de Igualdad, Juventud y Cultura; Carmen Fernández Llamazares, coordinadora del CIAMI de Villaquilambre; y María Teresa Ovalle Asensio, presidenta de la Asociación Zardinas. Sus palabras trazaron una línea clara: la igualdad solo será posible cuando redistribuyamos los tiempos, los recursos y los afectos con justicia.

Y entonces llegó Giulia Costanzo Talarico. Y lo que hizo no fue emocionar, sino estremecer. Con el respaldo de los datos, los informes y la investigación rigurosa, puso números a lo que muchas intuimos en carne propia. Su intervención fue una sacudida: cifras que no mienten, estadísticas que muestran sin ambigüedad cómo el cuidado — ese trabajo esencial y cotidiano — se apoya mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres. Mujeres que cuidan sin salario, sin horarios, sin derechos. Mujeres que cuidan a costa de su salud, de sus carreras, de su tiempo.

Giulia desplegó el mapa completo: no solo lo evidente, sino el iceberg entero de una violencia estructural. Denunció cómo el sistema laboral se sostiene sobre una red informal e invisibilizada de cuidadoras. Y también algo más incómodo, que en esa rueda, unas mujeres avanzan porque otras retroceden. Que si no hay estructuras colectivas, redistribuir el cuidado entre mujeres solo sirve para repartir el cansancio.

El debate posterior, moderado por Noemí García Martínez, permitió ensanchar la conversación. Se habló de horarios compatibles con la vida, de nuevas fórmulas de conciliación, de cómo transformar las estructuras sin esperar a que todo venga impuesto desde arriba.

Después, con el taller 'Corresponsabilidad cotidiana, que se granudea', conducido por Ana Badiola, el foro bajó al terreno íntimo. A través de dinámicas participativas, las asistentes — madres, abuelas, jóvenes, técnicas, y cuidadoras — compartieron sin juicio sus experiencias. Se generó un espacio de confianza en el que la vivencia se convirtió en diagnóstico, y la escucha en semilla de cambio. Lo que se tejía no era un análisis académico, sino una red emocional y política.

El cierre institucional estuvo a cargo del alcalde, Jorge Pérez Robles, y de Raquel Domínguez Fernández, directora de Igualdad de la Universidad de León. Ambos pusieron el acento en la importancia de sostener, no solo puntualmente, sino de forma continuada, este tipo de espacios. Porque sin foros como este, el discurso sobre la igualdad corre el riesgo de convertirse en retórica vacía.

Tuve el honor de cerrar el encuentro con un poema. No para suavizar lo dicho, sino para darle cuerpo al temblor que habitaba el aire. Para dejar constancia de que sin tiempo propio no hay ciudadanía plena, de que sin redes que cuiden a quienes cuidan no hay futuro digno.

Del foro salimos con más preguntas que respuestas, sí. Pero también con certezas firmes. Que los cuidados no pueden seguir siendo un sacrificio individual ni una herencia inevitable para las mujeres. Que hay otra forma de organizar la vida, más justa, más humana, más real. Y que la estamos nombrando. La estamos imaginando. La estamos construyendo, paso a paso. Juntas.

Fuente: Marina Díez Fernández 

Fotografía: Noemí García Martínez