Emotivo reencuentro de medio centenar de pedroseños durante la Feria de Riaño
Emotivo reencuentro de medio centenar de pedroseños durante la Feria de Riaño.
Los descendientes de Pedrosa del Rey, pueblo anegado por el embalse, volvieron a reunirse para celebrar su comida de fraternidad anual.
Medio centenar de pedroseños se reencontraron ayer durante la celebración de la Feria de Riaño para celebrar una comida de fraternidad, como vienen haciendo muchos años, desde que su pueblo, Pedrosa del Rey, fue anegado por el embalse. Los descendientes de Pedrosa llegaron hasta un conocido restaurante riañés desde diferentes puntos de España, donde se ubicaron y reconstruyeron sus vidas a raíz de la desaparición del pueblo.
Resulta siempre muy emotivo el reencuentro y los saludos y abrazos entre los vecinos que acuden a la cita, aún desprenden el cariño y la unión que siempre tuvieron. Cada año se echa en falta a vecinos que van quedando por el camino y durante la reunión se comentan todo tipo de novedades. Hay gran complicidad entre los pedroseños que acuden fieles a la cita y durante la comida surgen mil anécdotas, unas divertidas y otras no tanto, que no por haber sido contadas cientos de veces, resultan menos interesantes.
En la reunión de este año la más veterana fue Faustina Presa, que cumplirá 92 años en los próximos días, y que goza de una salud privilegiada, conservando intacta su memoria. Tina, como cariñosamente se la conocía en Pedrosa, permaneció en su casa de Pedrosa del Rey hasta el último instante de vida del pueblo y se instaló en Cascón de la Nava, en Palencia, donde siguió con su actividad ganadera, junto con su marido Dionisio y sus hijos, hasta su jubilación. Hoy sus hijos regentan una próspera industria lechera.
ina es una representante de esa generación que es ejemplo de sacrificio, trabajo y abnegación. Una generación que vivió la vida tradicional de la montaña, basada en una economía de supervivencia, trabajar para vivir; una vida austera, sin lujos, pero donde nunca faltaban el respeto y la solidaridad entre los vecinos. Hoy algunos de esos valores se han perdido, como tantas cosas que se quedaron por el camino.
En este encuentro de 2024 también hubo caras nuevas, como es el caso de Laura y Sonia, dos mujeres aún jóvenes que, en la época de la desaparición de la localidad, contaban muy corta edad y nunca habían estado en la reunión anual de los descendientes del pueblo. Se marcharon visiblemente satisfechas y con deseos de acudir en los próximos años.
Es de destacar la labor de Demetrio González, presidente de la Asociación Cultural 'San Bartolomé Apóstol', quien cada año convoca a los vecinos a la comida anual y es pilar fundamental en el éxito de la celebración. La Asociación es el último reducto cultural del pueblo de Pedrosa y nació para la conservación y mantenimiento de la ermita del mismo nombre.
La ermita de San Bartolo fue construida en el año 1995 entre Riaño y Boca de Huérgano, en el paraje denominado Hoyo de Lallariz. Es allí donde los vecinos se reúnen cada 24 de agosto para honrar a su patrón. La ermita de San Bartolo está sacralizada y allí se han celebrado ya todo tipo de sacramentos desde bautizos hasta funerales. Es mucho más que una ermita para los pedroseños: es el único lugar de reunión que les queda de su extinto pueblo. También cuenta con un columbario donde descansan los restos de algunos vecinos.
Pedrosa del Rey fue uno de los nueve pueblos anegados por el embalse de Riaño y fue demolido el 22 de julio de 1987, junto con otros siete pueblos: Anciles, Huelde, La Puerta, Éscaro, Burón, Salio y Riaño. Vegacerneja resultó afectado parcialmente, Riaño se fundó de nuevo en el paraje de Valcayo y Burón hizo lo propio unos metros más arriba del pueblo destruido.
Miles de vecinos del núcleo de la Montaña Oriental Leonesa resultaron perjudicados y tuvieron que emigrar a otros lugares en lo que fue la diáspora forzosa más dramática de la historia de León. La demolición de las viviendas resultó especialmente agónica al desplazarse a la comarca un ejército de más de quinientos guardias civiles que se emplearon con extremada violencia frente unos pacíficos ciudadanos que tan solo trataban de salvar de la hecatombe sus enseres más preciados.
Además de la ermita de San Bartolomé, ya nombrada, solo dos edificios históricos del pueblo permanecen en pie: la iglesia parroquial, que fue trasladada al nuevo Riaño piedra a piedra, en el único gesto de cordura que tuvo el gobierno de entonces; y el puente, testigo fiel del paso de rebaños trashumantes, paso obligado de los habitantes de Salio, transición hacia los puertos de Pando y Monteviejo y elemento fundamental en la vida rural y agraria de Pedrosa, ya que daba paso a uno de los valles más prósperos, el Valle de Valmanzano.
El puente de Pedrosa aún permanece bajo las aguas del pantano después de 37 años y emerge cada verano con el estío para vergüenza y escarnio de quienes un día lo dejaron allí abandonado a su suerte. Algún día la fuerza de las aguas lo derribará y habrá desaparecido para siempre el único vestigio de lo que un día fue un pueblo próspero e histórico de la Montaña Oriental Leonesa. Un pueblo que plantó cara a los franceses, y que fue quemado el día 9 de abril de 1809 por su gran resistencia a la invasión francesa, según se recoge en el libro Pedrosa del Rey en la Memoria, publicado en el año 2022.
Fuente: Enrique Martínez Pérez
Fotografía: Enrique Martínez Pérez
