50 años después, Mansilla Mayor repuebla sus palomares

50 años después, Mansilla Mayor repuebla sus palomares.

La iniciativa, pionera en la provincia de León, servirá para investigar y mejorar las posibilidades económicas de la cría de pichones como alternativa para la economía local.

Hace cincuenta años, quizás más, que los palomares de Mansilla Mayor, verdaderas joyas de la arquitectura popular leonesa, no recibían palomas. Pero esa situación ha cambiado esta mañana, al llegar desde Palencia quince parejas de palomas bravías donadas por la empresa Apadrina un Palomar, una star-up que hace cuatro años se lanzó a explorar la cría de pichones como una oportunidad de desarrollo de la economía local.

La iniciativa arrancó hace tres años cuando el Ayuntamiento de Mansilla Mayor se lanzó a la recuperación de los últimos palomares que todavía sobrevivían al abandono en el municipio. Después, surgió la oportunidad que ofrece Apadrina un Palomar, que tiene dos objetivos: ofrecer una alternativa económica a jóvenes emprendedores a la vez que se salvan y protegen palomares tradicionales.

Además, los dos palomares repoblados servirán para investigar, desde la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, las posibilidades y cruces entre palomas bravías y palomas mensajeras con el objeto de mejorar el rendimiento de la producción de pichones. Para este fin, el Consistorio ha contado con la experiencia del joven ganadero local Javier Redondo, un experto en cría de aves que será el encargado de pilotar y coordinar el proyecto.

Las más que bienvenidas palomas residirán por un lado, en el Palomar octogonal de Nogales, una joya de la arquitectura tradicional leonesa que estuvo a punto de desaparecer hace tres años cuando se derrumbó casi totalmente. En la actualidad luce restaurado tras una inversión de 20.000 euros del Instituto Leonés de Cultura a través de su línea de restauración de arquitectura tradicional y aportaciones del propio ayuntamiento.

Por otro lado, se ocupará el palomar restaurado por Pablo Meana y Choni Prada, que lo adquirieron recientemente. Este en su origen cumplía una doble función: caseta de aperos y palomar, y había permanecido cerrado probablemente más de medio siglo.

“Ver palomas en los palomares es terminar un proceso de años de pelea pero, sobre todo, es recuperar nuestra historia y nuestra identidad” afirma el alcalde del municipio, José Alberto Martínez, que ya piensa en poder degustar los primeros los pichones que, si todo va bien, llegarán en los meses de verano.

En estos primeros meses las palomas deberán estar encerradas en el palomar hasta que tengan las primeras generaciones de crías, una vez que esto ocurra siempre volverán al palomar donde nacieron, así que podrán volar libres por los campos de esta zona de León entre los ríos Esla y Porma.

La provincia de León tiene inventariados más de mil palomares, la gran mayoría en un estado de conservación muy delicado. Pero la posibilidad de criar pichones y comercializarlos a través de iniciativas como Apadrina un Palomar abre una esperanza para estos edificios tan característicos del paisaje leonés y una puerta más para generar actividad económica en el medio rural.

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Ayuntamiento de Mansilla Mayor