Papá Noel y el abuelo

Papá Noel y el abuelo...Por Rosa Balbuena.

Dicen que la Navidad se disfruta más teniendo niños alrededor y yo así lo creo.

La Navidad empieza cuando se desenvuelve la primera figurita, la primera bola del árbol, las tiras de espumillón…

La sangre se renueva y la tensión del invierno agradece este periodo de felicidad.

En la casa de Aitor, todo son compras, adornar la casa, pensar en el menú festivo y los regalos, que todos deben de tener al menos uno.

Aitor, que ahora tiene cinco años vive la Navidad como algo novedoso porque los años anteriores apenas si se enteraba. Se acuerda de Papá Noel, por supuesto, sobre todo sabe que es un personaje que deja regalos a todos los niños. Es el único nieto de Senén y Carmina, sus abuelos, que, aunque viven lejos, en otra ciudad, se visitan muy a menudo, sobre todo, porque donde viven hay mar. En verano pasan allí mucho tiempo, sobre todo Aitor.

Lo que más le gusta son los paseos por la playa que su abuelo y él d por las mañanas, porque allí van muchos perretes con sus dueños a jugar con sus pelotas. Le encantan los perros y jugar con ellos, más.

El abuelo Senén mima mucho a su único nieto, aunque a veces, como niño que es, se pone pesado y es revoltoso como todos, entonces recurre a la abuela, que ella tiene más paciencia y si hace falta regañarle, a ella se le da mejor.

En esos paseos, abuelo y nieto disfrutan de lo lindo. Senén le cuenta cosas de cuando era pequeño, como se hacían las navidades, como su padre limpiaba sus botas y las ponía en la ventana para que los Reyes Magos le dejaran el regalo, porque claro, antes Papá Noel no llegaba a España y aquí los verdaderos reyes eran los Reyes Magos, y había solo un regalo para cada niño, no como ahora que la casa parece una juguetería.

Hoy es el día de Nochebuena, la casa desde muy temprano tiene un trajín increíble. La abuela está nerviosa, su padre y su madre tienen que salir a hacer las últimas compras y Aitor y Senén dan su paseo, pero esta vez no irán a la playa, irán por el centro que está muy adornado y muy entretenido. Todo el mundo corriendo, se lo pasarán pipa, ellos solo tienen que pasear y como mucho recoger algún encargo de la abuela.

A la hora de comer vendrá también su tío Andrés que vive en Madrid y siempre viene por Nochebuena a celebrar la Navidad con su familia. Otra gran sorpresa de la Navidad para Aitor. Adora a su tío. Esta vez, vendrá acompañado por su pareja, otro chico que se parece mucho a su tío. Los abuelos no entienden muy bien esto, pero ya verán como sale todo.

Parece que hoy no pasa el tiempo, él tiene muchas ganas de reírse. Todo le parece gracioso. La gente corriendo, las grandes ollas que su abuela tiene por todos los sitios. Sus padres que apenas los ha visto, su tío Andrés que no acaba de llegar, todo está patas arriba y eso a él le produce mucha risa.

Al fin, su tío llegó con Mauri, un tío genial que le cae muy bien, la abuela dejó por fin de cocinar y se sentó un rato a tomar un café con todos, sus padres se ríen mucho también, aunque él no sabe que son por los nervios de aceptar o, mejor dicho, de cómo los abuelos aceptarán a Mauri. Todos parecen felices y aunque él está haciendo más trastadas que nunca, a nadie parece importarle.

Todos se ponen muy guapos y salen un rato antes de cenar para dar un paseo, se encuentran con muchos vecinos que, aunque a muchos los había visto por la mañana, se saludan de tal forma que parece que no se hubieran visto desde hace tiempo. Todos se ríen y dicen "Feliz Navidad".

Él solo puede pensar en Papá Noel y cuándo llegará. Mamá le dice que cuando se duerma, el abuelo que, por la noche, la abuela, que, dentro de un rato, pero nadie parece pensar en Papá Noel, solo él y ya empieza a ponerse nervioso.

Cenaron una grandísima comilona, por lo que el abuelo dijo que iba al baño de arriba, que algo le había sentado mal y que tardaría un poco. Nosotros seguimos sentados a la mesa contando historias. Todos parecen felices.

De pronto un ruido sonó en el pasillo, salimos todos corriendo y no lo podía creer. Era Papá Noel que había dejado los regalos y al salir corriendo de casa se tropezó con el mueble de la entrada. A la abuela, que había salido la primera, Papá Noel le tocó la cara a modo de saludo. ¡Estaba allí, era él, Papá Noel!  Lo había visto en persona y cuántos regalos había dejado. Se volvía loco con todo. Su madre intentaba tranquilizarle, pero estaba demasiado nervioso.

Estábamos abriendo los regalos cuando el abuelo bajó del baño.

Le contó con peros y señales la visita de Papá Noel, el abuelo Senén incrédulo, dijo

- bobadas, como va a venir Papá Noel con lo que tiene que hacer hoy ¿no ves que hay muchos niños en el mundo?

-que sí, abuelo, que a la abuela le tocó la cara, replicó Aitor un tanto decepcionado de su abuelo.

- Claro, estabas cagando, como siempre y te lo has perdido.

Todos, partidos de risa, miraban al pequeño y su inocencia. Cómo podía sospechar siquiera que Papá Noel era su abuelo disfrazado y que el plan estaba trazado previamente.