Riaño vibra con Ariel Rot y Café Quijano: una noche mágica de rock, nostalgia y montaña
Riaño vibra con Ariel Rot y Café Quijano: una noche mágica de rock, nostalgia y montaña.
Casi 10.000 personas llegadas de León y otros puntos del norte de España vivieron una noche inolvidable en un marco incomparable.
La explanada de la ronda de Santander, en el corazón de Riaño, en la Montaña Oriental Leonesa, fue el escenario perfecto este 26 de julio para una noche inolvidable de música en directo. El evento, parte del festival Música en la Montaña, reunió a unas 10.000 personas en un entorno natural único, en pleno Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre, y contó con dos nombres ilustres del panorama musical hispano: Ariel Rot y Café Quijano.
Pasaban solo tres minutos de las nueve de la noche cuando la figura inconfundible de Ariel Rot, músico importante del rock en español, saltó al escenario de Riaño con su Fender Telecaster, una guitarra mítica, que ya es historia del rock mundial.
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Acompañado por un sólido cuarteto de músicos argentinos, con el maestro Marcelo Fuentes al bajo, Toni Jurado a la batería, Tito en los teclados y Ricardo Marín guitarra rítmica, desplegó un repertorio que combinó temas propios con grandes clásicos de su etapa en Los Rodríguez, interpretando solo un tema de la época de su tiempo en Tequila: Vamos a tocar un rock and Roll a la plaza del pueblo, que hizo a ritmo de blues. Dulce condena, compuesta en su etapa en Los Rodríguez, junto a Andrés Calamaro, fue su primer tema impactante. Le siguieron temas como Quiero besarte, La última cena, El mundo de ayer o Tú me estás atrapando otra vez, un tema que habla de la adición a la heroína. Interpretó Dos de corazones con una maravillosa Gibson ES-335 roja, un instrumento histórico, de gran valor, que se comenzó a fabricar en 1958, y cuya característica más sobresaliente es su sonido cálido, resonante y versátil, debido a su cuerpo semi-hueco. Con la misma guitarra hizo Bruma en la Castellana, con letra del maestro Morís.
Se despidió con Baile de ilusiones para volver a los bises aclamado por el público. La milonga del marinero y el capitán sonó potente en la noche de Riaño para terminar su concierto con su conocido Hace calor, de su época en Los Rodríguez, que el público coreó con fuerza.
Ariel Rot hizo vibrar al público desde el inicio de su concierto y arrancó brillantes riffs a su Telecaster contagiando de energía a todo el público. El sonido, de gran calidad y sobrada potencia con 60000 watios, y una cuidada puesta en escena convirtieron su actuación en una verdadera clase magistral de rock elegante y sentido, con un estilo que por momentos recordaba a Johnny Marr o incluso a Tom Petty. Ariel Rot demostró en Riaño por qué sigue siendo un referente vigente en la escena musical.
Tras un breve intermedio para recolocar el escenario, saltaron al estrado los hermanos Manuel, Óscar y Raúl Quijano, alma de Café Quijano, banda leonesa de proyección internacional. Llegó Manuel con una Fender Telecaster, con un sonido muy trabajado gracias a las pedaleras de efectos. Oscar, a la derecha de Manuel, toca el contrabajo en escena y sufrió alguna dificultad técnica, solucionada de inmediato. Raúl, el menor de los tres hermanos, se presentó en escena con una Fender Stratocaster clásica, inconfundible con sus tres pastillas y golpeador en blanco nacarado.
Café Quijano ofreció un directo impecable, con una formación de lujo: cuarteto de ritmo, trío de metales con trompeta, saxofón y trombón de varas, y un sólido grupo de percusión. Comenzaron su concierto con temas como Tequila, Dame esa boca, La vida no es la la la, o Sería mejor callarse, uno de los temas de su último trabajo Miami 1990. Fue con Las llaves de Raquel, uno de sus temas más conocidos, cuando el público comenzó a vibrar de verdad y se fundió con el grupo leonés. Muy celebrado fue No tienes corazón, un tema compuesto por Joaquín Sabina. La apoteosis llegó cuando presentaron Lola, después de hora y media de concierto, el tema que les lanzó a la fama. Aprovechó Manuel Quijano, líder en escena y que lleva el peso del espectáculo con su carisma habitual y una voz que mantiene su fuerza intacta, para presentar a toda la banda.
El público pidió más, y Café Quijano respondió con tres bises, cerrando el concierto con una versión muy cañera y vibrante de La taberna del Buda, uno de sus himnos. Fue el broche de oro para una noche donde la buena música, la montaña y la emoción se fundieron en un espectáculo inolvidable.
El festival, organizado por la Fundación Patrimonio Natural con el apoyo de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Riaño, demostró que la música en vivo, cuando se une con un entorno natural de ensueño y artistas de primer nivel, tiene la capacidad de crear momentos únicos.
Fuente: Enrique Martínez Pérez
Fotografía: Enrique Martínez Pérez