Pozo Ibarra, el último resquicio en pie de la minería en la Montaña Central Leonesa

El Pozo Ibarra, el último resquicio en pie de la minería en la Montaña Central Leonesa.

Más de 90 años de historia pesan sobre el castillete de 31 metros, emblema de Ciñera de Gordón y única estructura que se salvó del desmantelamiento.

Más de 90 años lleva en pie el Pozo Ibarra de Ciñera de Gordón, emblema de la cuenca minera de la Montaña Central Leonesa y uno de los pocos vestigios que hoy se conservan en pie de su patrimonio industrial. Casi un siglo de historia de la minería pesa sobre su estructura de hierro, aunque del complejo industrial que un día forjó el importante desarrollo de toda la comarca poco queda ya. 

Es una de las pocas minas declaradas Bien de Interés Cultural en la provincia de León pero, por encima de todo, es símbolo de la cuenca, cuyo discurrir diario sigue manchado de negro por el carbón. Además, ha tenido que batallar por sostenerse en pie, mientras el resto de vestigios mineros se ha ido desmoronando. 

El Pozo de Ibarra se inauguró en noviembre de 1930, siendo presidente de la Hullera Vasco Leonesa Francisco de Ibarra, de quien toma el nombre. Se trata de una de las explotaciones más antiguas de la Montaña Central Leonesa y en sus orígenes estaba compuesto no solo por su imponente torre de 31,5 metros, sino también por una serie de instalaciones anexas que disponían de oficinas, vestuario y enfermería. De hecho, en su entorno existió un poblado minero, muy característico de los años de bonanza de la minería leonesa.

Ahora es solo su estructura de hierro, una obra de ingeniería maestra de su tiempo compuesta por cuatro columnas y dos más de apoyo para compensar la fuerza del tiro de la máquina de extracción, la que conserva el recuerdo de lo que un día fue Ciñera de Gordón. 

Con una construcción muy similar a la icónica Torre Eiffel, el castillete, con sus 60 toneladas de peso, se enmarca en la tradición de las estructuras metálicas, que supusieron la transformación de las minas de montaña con el comienzo de las explotaciones a través de pozos verticales.

Al poco de su puesta en marcha se desencadenó la Guerra Civil, por lo que las instalaciones sufrieron desperfectos, el pozo quedó inundado y el castillete se desvió unos diez grados de su vertical. Por tanto, una vez finalizada la contienda, el Grupo Ciñera fue objeto de continuas modernizaciones: se amplió la caldera en 1948, se llevó a cabo una reprofundización en 1958, se instaló ventilación en 1961...

Muchas de ellas motivadas por la construcción de la ya desaparecida Central Térmica de La Robla, que entró en funcionamiento en 1971 y se convirtió en el principal consumidor del carbón extraído en la comarca.

Sin embargo, más tarde, la Hullera Vasco Leonesa se planteó comenzar el siglo XXI con el proyecto 'Nueva Mina', la creación de una moderna explotación de 12,7 kilómetros cuadrados, con una inversión de 270 millones de euros, que abocó al Grupo Ciñera y al Pozo a su cierre en 1997. Finalizada su función extractiva, el Pozo Ibarra se selló con hormigón y se instaló una chapa anclada a él que dice: "¡Gracias por tu fruto! Recordando a los que se quedaron para siempre contigo".

Ahora, su castillete es, sin duda, ejemplo del alto valor patrimonial, tanto por su carácter cultural, reflejo de la forma de vida de un pueblo, como por su calidad arquitectónica. Todo el conjunto de la mina fue catalogado Bien de Interés Cultural (BIC) como Conjunto Etnológico el 15 de septiembre de 2011.

A pesar de ello, solo el castillete sobrevivió a las labores de desmantelamiento llevadas a cabo en Ciñera por la Hullera Vasco Leonesa, que derribaron el resto de construcciones anexas a él. De hecho, es el último resquicio en pie de la minería en la Montaña Central Leonesa, quizás por la defensa a ultranza que hizo el pueblo de él mientras iban desapareciendo los castilletes de Santa Lucía de Gordón, y tras ellos, la Central Térmica de La Robla.

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Turismo Castilla y León, Junta de Castilla y León