León, el mayor territorio mundial de Reservas de la biosfera con 7 "reinos" de belleza

León, el mayor territorio mundial de Reservas de la biosfera con 7 "reinos" de belleza.

Un viaje por los Picos de Europa, Los Argüellos, Alto Bernesga, Valles de Omaña y Luna, Babia y Valle de Laciana, que suponen la mayor concentración de la biodiversidad de toda la tierra, junto con Asturias.

El Consorcio de Turismo de León ha publicado este mes de junio un vídeo promocional sobre las siete Reservas de la Biosfera de la provincia, que constituyen el mayor patrimonio natural de León y suponen el 17% de la superficie de su territorio. 

Para conocer un poco más de estos espacios, acompáñanos en este viaje por los siete reinos de la biodiversidad que conserva León, a lo largo de un recorrido de 200 kilómetros entre el extremo más oriental y occidental al norte de la provincia, atravesando el mayor censo de Reservas de la Biosfera de todo el mundo, empatados con el Principado de Asturias.

Reserva de la Biosfera de Picos de Europa

Picos de Europa es el mayor macizo montañoso de naturaleza caliza de la Europa atlántica, además de constituir un Parque Nacional, en 2003 fueron reconocidos como Reserva de la Biosfera. Abarca en la Provincia de León los municipios de Posada de Valdeón y Oseja de Sajambre, pero también se extiende por cinco municipios asturianos y tres cántabros.

Cuenta con grandes desniveles, de más de 2.500 metros entre sus cumbre y los valles, y en algunos puntos su territorio se haya a tan solo 15 kilómetros del mar. Pero quizás, una de las zonas más impactantes sea su vertiente leonesa, con el Valle de Valdeón, puerta hacia la increíble Garganta del Cares, que recorren miles de turistas cada año, y cuna de uno de los quesos más galardonados; y el de Sajambre, en el que la belleza de la naturaleza se manifiesta con toda su fuerza.

Su elevado número de cumbres, muchas de ellas por encima de los 2.500 metros, y sus espectaculares paredones calizos convierten Picos de Europa en uno de los escenarios de mayor desarrollo del alpinismo y la escalada en España. A lo que se suma su gran diversidad de bosques, desde encinares hasta hayedos; sus limpios ríos; y una completa comunidad de fauna de alta montaña, donde destaca el rebeco como su animal más emblemático, el oso pardo, el urogallo, y el lobo.

Reserva de la Biosfera de Los Argüellos

Se sitúa en la Montaña Central Leonesa y se extiende a lo largo de 33.260 hectáreas entre los municipios de Cármenes, Valdelugueros y Vegacervera. Destaca no solo por su magnífico entorno natural, en el que reinan los ríos Torío y Curueño, sino también por su gran atractivo geológico y geomorfológico al conservar 13 Lugares de Interés Geológico. 

Dominan en esta Reserva de la Biosfera elementos que demuestran la gran capacidad del agua y su acción erosiva para moldear el entorno sobre la roca caliza. En ella nos encontramos simas y cuevas, como las de Valporquero, Llamazares o Berrado, que atraen cada año a gran público tanto turístico como científico y donde se encuentran 17 de las 29 especies de murciélagos presentes en España. Pero también impactantes paisajes en la superficie, como sus hoces, donde destacan las de Vegacervera y de Valdeteja. 

En su territorio los puertos de Piedrafita o Vegarada, con sus paisajes alpinos, son los restos de lo que un día fueron glaciares, que han dejado su huella hasta la actualidad. Y sus áreas boscosas demuestran su gran valor ambiental, con los hayedos de Tejedo, Piornedo y Canseco, o abedulares como el del arroyo de Riopinos. Sin olvidar que configura una zona de corredor fundamental para la conexión de las poblaciones cantábricas de oso pardo, aunque cuenta también con otras especies emblemáticas, como el desmán ibérico, el rebeco, el lobo o el gato montés.

Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga

En una zona más occidental de la Montaña Central Leonesa se haya la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, conformada por los municipios de La Pola de Gordón y Villamanín. En ella se esconden espacios de alto valor ecológico en los que se pueden encontrar más de 650 especies de fauna y flora. Por no hablar de sus paisajes únicos, porque la ardua explotación del carbón que se llevó a cabo durante décadas no ha conseguido minar su gran patrimonio natural.

Entre sus bosques han adquirido gran fama, por su belleza en cualquier época del año, el Faedo de Ciñera de Gordón y el Hayedo de la Boyariza, en Geras de Gordón. El primero conserva un impresionante ejemplar de haya de aproximadamente 500 años, 'Fagus', considerado uno de los cien árboles más singulares y destacados de España; mientra que el segundo es un lugar mágico declarado Punto de Interés Biológico.

Por su situación estratégica, este territorio ha sido zona de paso hacia el norte peninsular y sus tierras han sido testigos del paso de peregrinos, por el Camino de San Salvador; pastores, arrieros y nobles. Y de igual manera, fue un punto conflictivo durante Guerra Civil Española, de lo que dan testimonio los numerosos de búnkeres, trincheras, parapetos y refugios que se conservan y que formaban la conocida como “La Maginot Cantábrica”.

Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna

Los ríos Omaña y Luna vertebran esta Reserva de la Biosfera antes de fundirse en uno, el río Órbigo. Su territorio abarca los municipios de Los Barrios de Luna, Murias de Paredes, Riello, Sena de Luna, Soto y Amío, y Valdesamario; donde la práctica de la trashumancia, desde hace siglos, y el uso ganadero de sus valles le ha conferido una fisonomía genuina. Un paseo por estos Valles es una oportunidad única para descubrir rincones ensoñadores y de un altísimo valor ecológico.

En ella se encuentran algunos de los más impresionantes bosques de la provincia, entre los que destacan los abedulares o el roble melojo, que dan cobijo a algunas de las especies más emblemáticas de la fauna ibérica, algunas en peligro de extinción, como el urogallo cantábrico o el oso pardo, y además, grandes depredadores como el lobo o el águila real. Pero su valor medioambiental no se queda a flor de tierra y sus entrañas son, desde hace décadas, un aula permanente de geología.  

Los humanos llegaron a ella, al menos, en la Edad de Bronce, y así lo certifican los vestigios encontrados en sus castros, pero los romanos también dejaron en Omaña y Luna su impronta, con infraestructuras como la calzada que atravesaba el Valle de Luna y que facilitaba el acceso al interior de la Cordillera Cantábrica desde la ciudad de León. De la misma manera, otra ruta, esta de peregrinación, también surca la reserva de este a oeste: la vía del antiquísimo Camino Olvidado.

Reserva de la Biosfera de Babia

La mejor forma de definir esta Reserva de la Biosfera es con la conocida expresión 'Estar en Babia', como dice el dicho, tiene ese no se qué, que qué se yo.... Se extiende por los municipios leoneses de Cabrillanes y San Emiliano, cobijada bajo montañas de más de 2.000 metros de altitud. Y si ya se retiraban aquí los reyes para alejarse de los problemas de su corte, quizás tenga que ver con sus verdes y extensos prados, sus lagos de origen glaciar y sus pintorescas poblaciones.

Es un escenario natural incomparable, en el que también ha dejado huella la trashumancia y la ancestral actividad ganadera desarrollada en él, que ha dado lugar a una casi absoluta falta de bosques. De su origen glaciar nos quedan la Laguna Grande, la Laguna de las Verdes, el Lago del Chao y o el conjunto de cuatro pequeñas lagunas de la Mata. Y de sus pobladores, pequeñas aldeas que se diseminan por el entorno, caracterizadas por sus casas de piedra, pizarra y madera que invitan al disfrute y a retirarse para disfrutar de su paz.

Reserva de la Biosfera del Valle de Laciana

Esta es la única que comprende un solo municipio, Villablino, en el que se concentran gran cantidad de valles poblados por una importante masa forestal, que ha contribuido de manera significativa a la conservación de especies en peligro de extinción como el urogallo cantábrico y el Oso Pardo. En Laciana, de hecho, existen ricas poblaciones de ambas especies.

Hasta comienzos del Siglo XX, la vida en la comarca se sustentaba en la caza, la pesca, la ganadería y los escasos productos obtenidos de la agricultura, pero con el desarrollo industrial la minería inundó el Valle de Laciana, convirtiéndolo en uno de los más prósperos de la Provincia de León. 

Pero a pesar de ella, el paisaje todavía mantiene un extraordinario valor biológico: bosques de robles, hayas, fresnos, avellanos, salgueros, capudres, abedules, acebos o tejos ocupan más de 3.500 hectáreas de la Reserva, creando zonas de singular encanto. De hecho, su importancia natural y ornitológica le ha servido para ser declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), quedando así integrada en la Red Natura 2000.  ​

Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses

Los Ancares Leoneses forman parte de la comarca leonesa de El Bierzo y más concretamente de los municipios de Candín, Peranzanes, Vega de Espinareda y Villafranca del Bierzo. Sus espacios naturales son auténticos paisajes bucólicos, entornos idóneos para disfrutar de su naturaleza, marcada por una gran diversidad de flora y fauna.  

Este espectacular ecosistema concentra una gran variedad de árboles milenarios, como los sotos de castaños, con gigantescos ejemplares como el de Villasumil, en cuyo tronco llegan a caber 8 personas; así como hayas, robles, abedules, avellanos y chopos. Sus puras y cristalinas aguas descienden de la alta montaña formando cascadas bellísimas como la de Fumeixín, y alimentan el hábitat de hasta 48 especies, entre las que se incluyen rebecos, jabalíes, osos pardos y gatos monteses, y especialmente el urogallo, un ave insólita que pervive desde la era glaciar y que se encuentra en peligro de extinción.

En su territorio también ha dejado huella esa era Glaciar y la laguna del pico Cuiña, el más alto de los Ancares (1.992 metros), es el mejor ejemplo, por ello se considera Lugar de Interés Geológico. Por el contrario, el paso del hombre por sus paisajes no ha conseguido romper la armonía de sus espacios naturales, sino que en esta Reserva se da una especie de mimetismo, como puede observarse en la aldea de Campo del Agua. 

Esta “braña”, en la que convivían las gentes con el ganado durante la primavera, verano y otoño, se caracteriza por sus pallozas, construcciones redondas de origen celta, en cuyo interior giraba toda la vida familiar, al ser a la vez vivienda, establo y almacén.

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Archivo; Reserva de la Biosfera de Omaña y Luna