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‘Las Cainejas’: La historia oculta de las pioneras en el Urriellu de Picos de Europa
jueves, 1 de mayo de 2025, 02:57
REPORTAJES - PICOS DE EUROPA

‘Las Cainejas’: La historia oculta de las pioneras en el Urriellu de Picos de Europa

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‘Las Cainejas’: La historia oculta de las pioneras en el Urriellu de Picos de Europa.

Mujeres leonesas, nietas del mítico 'El Cainejo', escribieron su nombre en el montañismo español con una hazaña sin precedentes alcanzando la cima en el verano de 1935...

 

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Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha que nos invita a reconocer y celebrar los logros de aquellas mujeres que, a pesar de las barreras de su tiempo, marcaron un antes y un después en la historia. 

 

Entre ellas sobresalen dos jóvenes leonesas de Caín de Valdeón, en pleno corazón de los Picos de Europa, quienes escribieron su nombre en el montañismo español con una hazaña sin precedentes. María Isabel Pérez Pérez y Teófila Gao Pérez fueron las primeras mujeres en alcanzar la cima del imponente Picu Urriellu en el verano de 1935, un hito que no solo desafió la montaña, sino también las normas sociales de la época.

 

 

Su gesta no fue casualidad. Tres décadas antes, su abuelo Gregorio Pérez Demaría, «El Cainejo», había acompañado a Pedro Pidal en la primera ascensión al Picu en 1904. Gregorio, pastor de Caín y conocedor de cada rincón de la montaña, logró con su destreza y valor allanar el camino para futuras generaciones, incluida la de sus propias nietas. Aquel primer ascenso fue un hito en la historia del montañismo español, que en esos años aún comenzaba a tomar forma, a diferencia de otros países europeos como el Reino Unido, Francia o Suiza, donde el alpinismo ya era una práctica consolidada.

 

Pico urriellu isidoro rodríguez cubillas

 

En aquellos años, la escalada seguía siendo un mundo reservado casi exclusivamente a los hombres. Solo unas pocas mujeres en España, como Margot Moles, habían logrado abrirse camino en el deporte femenino, desafiando los prejuicios de la época. Su ejemplo, en disciplinas como el esquí y el atletismo, demostró que las mujeres podían competir en igualdad de condiciones y, sin duda, sirvió de inspiración para quienes se atrevieron a desafiar la verticalidad de las montañas.

 

 

Dos ascensiones que rompieron barreras

 

A diferencia de lo que pudiera pensarse, las dos primas no ascendieron juntas al Naranjo de Bulnes, sino que lo hicieron con pocos días de diferencia. María Isabel Pérez Pérez fue la primera en alcanzar la cumbre el 31 de julio de 1935, con 18 años, por la imponente cara sur. La acompañaron su tío y el guía Alfonso Martínez, asegurándose entre ellos con una cuerda atada al cuerpo en algunos pasos clave. Esta ascensión representó no solo un reto físico, sino también un acto de valentía y de desafío a las convenciones sociales del momento.

 

Apenas una semana después, el 6 de agosto de 1935, Teófila Gao Pérez, de solo 15 años, siguió los pasos de su prima mayor. Lo hizo con su padre y dos vecinos de Bulnes, en su caso sin cuerda, aumentando el ya elevado riesgo de la ascensión. Al igual que María Isabel, no solo treparon la pared, sino que la destreparon sin rapelar, enfrentándose a la peligrosa bajada por la misma ruta, un desafío que quienes han escalado la cara sur del Picu Urriellu saben que multiplica la dificultad.

 

El entorno en el que crecieron las dotó de una resistencia excepcional. En Caín, la vida no era fácil. Las mujeres desempeñaban un papel fundamental en la supervivencia familiar, sin apenas descanso ni oportunidades para el ocio. Pero este mismo entorno las convirtió en expertas del terreno, capacitándolas para lograr estas gestas sobresalientes.

 

 

Además, es importante resaltar que, en 1940, María Isabel también se convirtió en la primera mujer en alcanzar la cima de Torre Santa, la otra gran montaña de los Picos de Europa, consolidándose como una de las figuras más destacadas del alpinismo femenino en España. El reconocimiento a sus méritos, sin embargo, fue escaso en su tiempo, y su legado permaneció oculto durante muchos años. La falta de visibilidad y el hecho de que ambas mujeres procedían de un entorno rural y humilde fueron factores clave en su desconocimiento.

 

El legado de las Cainejas

 

El legado de estas dos mujeres quedó ligado a la memoria de su abuelo, «El Cainejo». Hoy, 90 años después de sus ascensiones, es crucial recuperar sus historias y darles el reconocimiento que nunca recibieron. En Caín, varias placas conmemorativas recuerdan a su abuelo, pero las heroínas de estas proezas, quienes tuvieron que emigrar y fallecieron en 1963 (María Isabel) y 2016 (Teófila), quedaron olvidadas por el paso del tiempo.

 

Fuente: Diario de Valderrueda - FDMESCYL

Fotografía: Ilustración de María Isabel Pérez Pérez y Teófila Gao Pérez – Félix Ayuso / Urriellu Isidoro Rodríguez Cubillas

 

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