La historia galletera de Aguilar de Campoo: 143 años de tradición
La historia galletera de Aguilar de Campoo: 143 años de tradición.
En la localidad de la Montaña Palentina, conocida como el pueblo de las galletas, llegaron a coincidir cinco fábricas en marcha, Gullón, Ruvil, Fontaneda, Tefe y Fontibre.
Aguilar de Campoo es conocido como el pueblo de las galletas, pero no por las grandes fábricas que acoge hoy en día, sino por los 143 años de historia que tiene la industria galletera en la localidad, desde que en 1881 un confitero burgalés, Eugenio Fontaneda, comenzó a elaborar y comercializar galletas en una casa de los soportales de la Plaza de España.
En total, llegaron a coincidir de forma simultánea hasta cinco fábricas de galletas: Gullón, Ruvil, Fontaneda, Tefe y Fontibre. Además, la villa de la Montaña Palentina fue el lugar de nacimiento de la mítica 'Galleta María', que conquistó todos los hogares del país.
Ahora, la producción galletera se ha convertido en el motor económico de la comarca y oferta miles de puestos de trabajo, gracias a Galletas Gullón y el Grupo Siro. Sin embargo, son varias más las fábricas que existieron en la 'villa galletera por excelencia':
Fábrica de Fontaneda
Fue la pionera de la industria galletera en Aguilar de Campoo, y su origen se remonta a aquel 1881 en el que el confitero Eugenio Fontaneda comenzó a elaborar y comercializar galletas de manera artesanal en una casa de los soportales de la Plaza de España.
Llegado 1920, la empresa adquirió una nave a los pies del castillo, donde asentó la histórica fábrica con la que se produjo el despegue definitivo de la marca de galletas. El proceso de mecanización de la elaboración del producto fue la clave, pues ya en 1923 pusieron en marcha la producción en cadena bajo la dirección de Rafael Fontaneda, hijo del fundador.
Sin embargo, lo que llevó a Fontaneda a convertirse en la principal galletera del país en la década de los 50 fue su producto estrella: la 'galleta María', con el popular eslogan "Qué buenas son, las galletas Fontaneda". Un éxito que iba acompañado de una continua modernización de la maquinaria y con el que la factoría se posicionó como principal motor económico de Aguilar de Campoo y como gran generador de empleo con una novedosa e importante inclusión de mano de obra femenina.
Pero en los años 90 los problemas se multiplicaron para la compañía por la crisis del sector y su difícil reconversión de empresa familiar a sociedad anónima. Así, en 1996 se vendió a la multinacional Nabisco, y en el 2000 quedó en manos de United Biscuits que cerró en 2002 la fábrica. Esta fue adquirida después por el Grupo Siro, y en 2014 se derribó para trasladar la producción a una nueva edificación en el polígono industrial.
Fábrica de Galletas Gullón
Galletas Gullón fue fundada en 1892 por el confitero zamorano José Gullón Barrios y 132 años después es la única empresa familiar del sector que continúa con ese legado y ligada a Aguilar de Campoo. Su relevancia fue tal que a comienzos del siglo XX fue nombrada suministradora oficial de la Casa Real por la infanta Isabel de Borbón, convirtiéndose en un referente para el sector galletero español.
Después, pese a atravesar una importante crisis durante la Guerra Civil Española, en la década de 1950 la empresa comenzó la fabricación de galletas tostadas, barquillos, rosquillas y pastas. Un amplio proceso de diversificación que se extendió hasta 1979, momento en el que sufrió su mayor revés con la prematura muerte de José Manuel Gullón, que representaba a la tercera generación familiar que lideraba la compañía.
Su esposa, María Teresa Rodríguez, se puso al frente de la galletera con la intención de asegurar su viabilidad y darle un nuevo impulso. De este modo, en 1986 Gullón lanzó la primera galleta integral con aceites vegetales, dando lugar a la primera 'galleta saludable' de España. Desde entonces el crecimiento de la empresa ha sido continuo hasta nuestros días.
Fábrica de Galletas Ruvil
Galletas Ruvil se trata de una de las fábricas de las que aún se conserva el edificio. La fundaron en 1925 Teofilo Ruiz Calderón, natural de Pomar de Valdivia, y su esposa, Luisa Vilda Herrero.
En ella todos los trabajos se realizaban de forma artesanal hasta que a mediados de la década de 1930 la electricidad se convirtió en algo necesario para introducir pequeñas máquinas, aunque siguieron realizando algunos procesos a mano.
Estuvo alrededor de 35 años en funcionamiento, llegó a tener 120 obreros e incluso patrocinó a un equipo ciclista que ganó la vuelta a Palencia, pero con la crisis que vivió este sector agroalimentario en los años 70 se produjo el cese de su producción y el cierre de las instalaciones.
Fábrica de Galletas Narciso García
La Fábrica de Galletas Narciso García fue uno de los pequeños obradores más emblemáticos de Aguilar de Campoo. Se encontraba situada en una edificación junto a la Puerta de Reinosa y, aunque no se sabe con certeza el periodo de funcionamiento, existen fotografías que atestiguan su actividad en torno a 1902.
Junto a ellas, hubo otras que desarrollaron su actividad también en la villa galletera, como La Dulce Alianza.
Fábrica de galletas Tefe
Otra de las fábricas de esas cinco que coincidieron simultáneamente en funcionamiento fue galletas Tefe, situada en la calle Pesquera. Fue fundada en 1960 por el matrimonio Teófilo Ruiz y Fé Alonso, que le dieron el nombre con las dos primeras letras de sus nombres.
Sus inicios, dedicados a la fabricación de galletas y bizcochos, fueron muy complicados para poner en marcha tanto la factoría como la línea de producción. Sin embargo, en su mejor momento llegaron a tener doce trabajadores, entre el personal de la fábrica y los transportistas, e incluso dos horno.
Pese a ello, cerró tan solo doce años después de su apertura debido a la gran competencia con las grandes empresas de la villa galletera.
Fábrica de galletas Fontibre
Por último, Aguilar de Campoo acogió también a la fábrica de galletas Fontibre, fundada en 1949 por Manuel González Gutiérrez para la producción de galletas, pastas y surtidos para diferentes marcas.
En sus inicios arrancaron con 35 trabajadores y en su mejor momento alcanzaron los 96, aunque lo habitual es que la compañía contase con una media de 55 empleados. Además, disponían de dos hornos de troquelado que servían para hacer el molde de la galleta, un horno de pastas y una draga, para hacer la vainilla.
Años después, a Manuel González le precedió su hijo, Ubaldo José González Noriega, que vendió el negocio a Salvador Redondo, quien lo mantuvo en funcionamiento unos 15 años y lo dejó en manos de Javier San Vicente Fernández hasta su cierre en 1992.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Ayuntamiento de Aguilar de Campoo; ARCO; Pedro Alonso