La misteriosa historia del Eremitorio de San Vicente en Cervera de Pisuerga
La misteriosa historia del Eremitorio de San Vicente en Cervera de Pisuerga.
Conocido también como 'Cueva de los moros', está rodeado por una sorprendente necrópolis medieval con una veintena de tumbas antropomorfas.
La falta de documentación e investigaciones al respecto le da un halo de misterio a la historia de construcciones eremíticas como el Eremitorio de San Vicente de Cervera de Pisuerga, conocido también como 'Cueva de los moros'. Se sabe que fue utilizado como ermita hasta el siglo XIX, y sorprende la necrópolis medieval que lo rodea, pero no se conoce a ciencia cierta su origen y utilidad anterior.
Los eremitorios son pequeños templos o iglesias para cuya construcción se aprovechaba la propia roca, sobre la que se excavaba un espacio que servía de lugar de culto y retiro, así como de refugio, para los anacoretas que se retiraban a profesar su religión.
Su origen se remonta así a los albores del cristianismo, dentro del periodo eremítico que comenzó en torno al siglo IX, en plena Reconquista. Pero, aunque gran parte de los autores están de acuerdo en la función religiosa de estas cuevas, las dudas que hay sobre estas manifestaciones arquitectónicas siguen siendo todavía muy notables.
El Eremitorio de San Vicente, que se enmarca en el conjunto de construcciones eremíticas de la Montaña Palentina y del sur de Cantabria, se encuentra entre Cervera de Pisuerga y la localidad de Vado, en un lugar que recibe el nombre de Vallejera, cerca de la confluencia de los ríos Pisuerga y Ribera.
Su aspecto al estar excavado en una pequeña peña de roca arenisca es realmente sorprendente. Está orientado al sur y se compone de una gran sala rectancular con varias entradas, así como de una capilla diferenciada por un escalón que se orienta al este.
En el interior, al fondo, se observa también una cavidad de menor altura, una pequeña sala añadida que se ha considerado una sacristía, aunque también pudo servir de habitación para el eremita. Y, además, en los laterales se excavaron sendos arcosolios, a modo de naves, que cumplirían la función de tumbas.
Pero el conjunto arquitectónico no solo llama la atención por esta peculiar gruta, sino también por estar rodeado de una auténtica necrópolis medieval, fechada entre los siglos VIII y IX, y que cuenta con una veintena de tumbas excavadas en la roca.
Estas sepulturas son de tipo antropomorfo, es decir, simulan la figura humana, y se encuentran orientadas con la cabeza a poniente y los pies al este, en una clara referencia a la Resurrección. De esta forma los pies quedarían en dirección a Jerusalén para levantarse el día del Juicio Final.
Se cree que tanto la ermita como la necrópolis pudieron formar parte de un pequeño complejo monástico que contaría con otros edificios ya inexistentes, y que una vez desaparecida esa comunidad monacal, San Vicente pervivió como ermita hasta mediados del siglo XIX, cuando fue abandonada definitivamente.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Palencia Turismo