Maraña revive la Guerra Civil en los 'Fortines de Tarna' con sus Jornadas Históricas 2024.
En su tercera edición congregaron de nuevo a multitud de vecinos y visitantes que durante dos jornadas rememoraron la historia de la mano del Grupo Batallón 249.
 

Aunque el tiempo planteaba dudas, no fue obstáculo para que el viernes y sábado un numeroso grupo de personas acudiera al Puerto de Tarna, límite entre Asturias y León, para revivir la Guerra Civil durante las terceras Jornadas Históricas 'Fortines de Tarna', organizadas por el Ayuntamiento de Maraña. 

De la mano del Grupo Batallón 249, el puerto se convirtió en un ir y venir de soldados ataviados con uniformes que son réplicas exactas de los usados durante la contienda histórica. La escenificación logró un gran realismo, e incluso se instaló un cañón justo en la cima del puerto con el que, supuestamente, se defendía el paso hacia Asturias. 
 

Los fortines de Tarna son unas fortificaciones o parapetos construidas en las inmediaciones del Puerto de Tarna durante la Guerra Civil. Son tres y están situados en lugares estratégicos desde los que se domina todo el Valle de Riosol. Fueron construidas por el bando republicano para proteger el paso al Principado y evitar que las tropas nacionales ocuparan Asturias. Su construcción dio comienzo a principios del verano de 1937, construyendo, además, trincheras que unían unos fortines con otros y llegaban incluso hasta la cima del Pico Abedular y Remelende.

“La idea partió del Ayuntamiento de Maraña. Los fortines eran conocidos por todo el pueblo, pero estaban medio enterrados, ya casi no se encontraban y decidimos recuperarlos para que no se perdiera este patrimonio histórico”, explica el alcalde, Omar Rodríguez, que no se quiso perder esta entretenida actividad cultural. De esta forma, el Consistorio impulsó su limpieza y puesta en valor con una subvención de la Diputación de León.

Las mejores imágenes de las Jornadas Históricas 'Fortines de Tarna' en Maraña

La recreación histórica que acogieron durante las jornadas del viernes y el sábado contó con varios puntos de interés que se correspondían y representaban con fidelidad lo que pudo haber ocurrido allí durante la defensa y caída del Frente Norte, decisivo para la resolución de la Guerra Civil Española. Para empezar, comenzó con la visita al puesto de la Falange Española de las JONS. Una gran bandera presidía el puesto, réplica exacta de una original. 

El grupo lo componían tres soldados al mando de un oficial, perfectamente ataviados con los uniformes de la época, boina y camisa de color azul y pantalón caqui, que se complementaban con correajes de cuero. Incluso los fusiles alemanes Mauser que portaban eran originales, fabricados en los años 30 del siglo pasado.

Compartían el lugar con un puesto de enfermería a cargo de un médico y de una religiosa para atender a los soldados heridos en el frente, que recreaban con gran realismo la atención a un herido al que aplicaban rápidamente los primeros auxilios en un puesto con todo tipo de utensilios e instrumentos médicos propios de la época. Pero el soldado terminó falleciendo. 

La siguiente visita guiada tuvo lugar en el Puesto de Mando, del que se ocupaban tres voluntarios, vestidos también con uniformes militares, y dotado de los útiles necesarios para el reclutamiento de voluntarios. En él escenificaban el alistamiento de un muchacho de apenas 18 años que se escapó de casa para ser soldado republicano.

Aunque quizás lo más llamativo y sorprendente fue el parapeto construido en la cima del puerto donde se enmascaraba un cañón real, de calibre 40 mm, réplica exacta de los dieciséis robados por los mineros asturianos en la Fábrica de Armas de Trubia durante la Revolución de octubre de 1934. Tan real era la puesta en escena que en la demostración efectuada para el disparo del cañón, la vaina salió hacia atrás por el retroceso y alcanzó en el brazo a un espectador, sin consecuencias. 

El puesto de intendencia, la siguiente parada, estaba integrado por una mujer que se quejaba airadamente de su función. Se alistó para luchar en el frente y la tenían en la retaguardia haciendo la comida, fregando cacharros y lavando la ropa de los soldados. Todos los enseres que componían el puesto eran también originales y hasta el peinado de la recreadora era idéntico al de una mujer de la época. 

Finalmente, la recreación culminaba con la visita a los fortines, el más grande, construido en hormigón armado y ladrillos, contiene 20 puestos de fusileros, con sus troneras para sacar el cañón del arma, y un puesto de ametralladora con la tronera mucho más grande para poder mover el cañón del arma. 

En el lugar habían instalado una ametralladora, réplica idéntica a las que pudo haber allí, y se escenificó la visita de una inspectora del Puesto de Mando de Gijón, durante la que los soldados del fortín le exponían todas sus quejas, sobre todo, las carencias de morfina, ropas de abrigo y armamento. 

Además, durante la tarde hubo un simulacro de batalla en el que se empleó material pirotécnico y se volvió a poner de manifiesto la gran dedicación y esmero del Grupo Batallón 249. Los disparos sonaban reales, los muertos lo parecían y Tarna se volvió a llenar del humo de la refriega. “Lo que intentamos es recrear historia, es como un museo vivo, sacar la historia de los libros y mostrarla de manera práctica. Intentamos hacerlo con todo el cuidado y detalle para que la gente que lo vea se lleve una lección de historia en vivo”, apunta Irene García, miembro del grupo y profesora de historia en un Instituto de Boñar. 

“Todo el mérito es de ellos y lo hacen altruistamente. Nosotros nos ocupamos de su alojamiento y manutención y contamos con un presupuesto aproximado para esta actividad cultural de unos mil euros”, destaca el primer edil, Omar Rodríguez.

Por último, las III Jornadas históricas 'Fortines de Tarna' terminaron con un concurso de uniformes militares, reproducidos con una similitud perfecta, respecto de los auténticos. Así, a juzgar por el semblante del alcalde y la buena respuesta que tuvo la actividad, el evento cumplió con las expectativas: “Estoy muy contento porque, aunque es muy difícil atraer a la gente a las actividades culturales, creemos que hay buena respuesta por parte de la gente y que es un atractivo más para la difusión de la zona y para que la gente nos visite”, remarca el alcalde de Maraña. 

Breve historia del Frente Norte

En el inicio de la Guerra Civil, toda Asturias, salvo Oviedo, permaneció fiel a la legalidad republicana y los pasos de la Cordillera Cantábrica se fortificaron para frenar el avance de las tropas enemigas desde la Meseta.

A finales de agosto de 1936, los soldados del bando nacional ya estaban acuartelados en Riaño, y en todos los pueblos de la cabecera del Esla, Lario, Polvoredo, Acebedo, La Uña y Maraña.  En estas posiciones aguantaron fácilmente los esporádicos contraataques de los republicanos, pero en mayo de 1937, estos decidieron generalizar la ofensiva y el general Franco decidió tomar personalmente las riendas de la defensa y se personó en el frente para reorganizar sus tropas. El sector oriental quedó dividido en dos Agrupaciones: la de Riaño, mandada por el coronel Agustín Muñoz Grandes, y la Agrupación de Lillo, al mando del teniente coronel Ceano, reforzadas más tarde por las Brigadas Navarras que se pudieron incorporar tras la caída del País Vasco y Cantabria. Asturias quedó aislada.
La defensa del paso del puerto de Tarna quedó bajo la responsabilidad de Manuel Sánchez Noriega «El Coritu», que intentó resistir a los ataques con artillería pesada de los hombres de Muñoz Grandes.  Las piezas más importantes estaban situadas en el Alto la Cerra, en Acebedo. Los ataques se iniciaron el 20 de septiembre de 1937 e, inicialmente, El Coritu pudo rechazarlos. Muñoz Grandes decidió una nueva estrategia, eludiendo el enfrentamiento directo. Tomó el puerto de Ventaniella para intentar llegar al pueblo de Tarna y sorprender a las tropas republicanas por el norte, dejándolas aisladas. El 7 de octubre de 1937 el pueblo de Tarna cae en poder de la II Brigada Navarra, después de varios días de asedio y cuatro horas de durísimos combates. El 10 de octubre Franco visitó el Frente Norte para supervisar personalmente el desarrollo de los combates. Cuando llegó a Tarna, el pueblo estaba arrasado y era un inmenso brasero. Dicen las crónicas que “el espectáculo” entristeció a S.E. y “se condolió de esta barbarie”. 

La propaganda franquista, como ya había hecho en Guernika, acusó a los hombres de El Coritu de tal destrucción al huir en desbandada, al verse rodeados por las tropas nacionales. Parece cierto que las tropas republicanas, en su huida, causaron incendios para evitar que sus posiciones fueran reutilizadas por el bando nacional.  Pero también es cierto que la Legión Cóndor, los modernos aviones de combate enviados por Hitler con base en La Virgen del Camino, había bombardeado sin cesar durante días la humilde aldea asturiana. Solo uno de ellos fue derribado y cayó en el Llano la Virgen, de Acebedo. Sus dos pilotos sobrevivieron y fueron caminando hasta el pueblo. Aún hoy hay personas que lo recuerdan. Pocos días más tarde una gran plataforma se llevó el avión de combate derribado. 
 

Fuente: Enrique Martínez Pérez 

Fotografía: Enrique Martínez Pérez