Llamas de Rueda orquesta una emotiva celebración por los 100 años de Lucía Maraña
Llamas de Rueda orquesta una emotiva celebración por los 100 años de Lucía Maraña.
Familia y vecinos se volcaron para rendirle homenaje y recordar los mejores momentos de su longeva vida.
Llamas de Rueda se vistió ayer de fiesta para la emotiva celebración de los 100 años de Lucía Maraña Redondo, nacida el 25 de junio de 1924 en esta pequeña localidad leonesa. Familia, amigos, y vecinos se volcaron para rendirle homenaje y recordar los mejores momentos de su longeva vida.
La jornada comenzó con una misa en su honor y un vino español, que el pueblo aprovechó para entregarle una placa y un ramo de flores en reconocimiento por su centenario, y continuó en la que siempre será su casa, donde toda la familia se reunió para disfrutar de un día tan especial. Lucía se emocionó por todo lo que habían preparado para ella, orquestado por su nieto Luis, aunque especialmente con una mesa en la que recopilaron numerosas fotografías y recuerdos.
Un 25 de junio de 1924 nacía Lucía Maraña Redondo en Llamas de Rueda, localidad del municipio de Cubillas de Rueda. Allí se casó también con el amor de su vida, Julio Cano, con quien llegó a tener siete hijos. Por desgracia, el primero de ellos murió a los pocos días, y durante su séptimo embarazo, en 1967, fue su marido quien falleció.
Viuda a los 42 años, sacó fuerzas para sacar adelante a sus 6 hijos, que aún eran muy pequeños, y posteriormente también a una de sus nietas.
"La mayor se fue para Modino y servía en una casa, otros dos se criaron en el antiguo hospicio de San Cayetano, y nos quedamos dos hermanas con el pequeño y mi madre. Nos fuimos defendiendo con el ganado y las tierras", cuenta una de sus hijas.
Cuando fueron creciendo, decidió trasladarse a León y poco a poco todos comenzaron a trabajar y a hacer su propia vida. Mientras, Lucía continuó también la suya, aunque acompañada de uno de sus hijos. Así, hasta hace apenas dos años y merced a una salud de hierro, ha sido totalmente independiente.
"Ella era feliz con gente en casa, siempre ha sido muy cariñosa y muy atenta. Si ibas a su casa tenías que comer algo, y que no se te ocurriera decir que no te apetecía, porque también tiene genio. Eso sí, no te dejaba hacer nada, intentabas ayudarle porque tenía ya 98 años y no podías ni fregar un vaso, no te dejaba", destaca su nieto Luis.
Pero la edad no perdona, y pese a encontrarse muy bien, necesita ayuda. Y después de una vida dura, ahora pasa algunas temporadas en León y otras se traslada a la Montaña Oriental Leonesa, concretamente a Sabero, porque son sus hijos los que se vuelcan en su cuidado para devolverle a Lucía todo lo que durante un siglo les ha dado.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: DDV