La Ermita de Corona, en el Valle de Valdeón, donde fue coronado Rey Don Pelayo
La Ermita de Corona, en el Valle de Valdeón, donde fue coronado Rey Don Pelayo.
Este rincón de Picos de Europa, entre Cordiñanes y Caín, desprende una especial magia por la belleza de sus parajes, la leyenda, y una tradición religiosa con más de 170 años de antigüedad.
Según la leyenda, la Ermita de Corona, en el Valle de Valdeón, fue el lugar en el que se coronó al primer monarca del reino de Asturias, el rey Don Pelayo. El templo, en un rincón de la vertiente leonesa de Picos de Europa entre Cordiñanes y Caín, desprende una especial magia por la belleza de sus parajes, la historia que dio origen a la leyenda, y una tradición religiosa con más de 170 años de antigüedad.
Hay que viajar al año 718 para encontrar los orígenes de la leyenda de la coronación. En aquel momento, Pelayo fue perseguido por no prestar su consentimiento para que su hermana se casase con el Gobernador bereber Munuza, y tuvo que refugiarse en los abruptos Valles de los Picos de Europa. Allí alentó a sus moradores hacia la rebelión frente a los invasores musulmanes y terminó siendo proclamado líder en los Concejos de Ponga, Sajambre, Valdeón, Áliva y Onís.
Esta sublevación dio lugar en el 722 a la mítica Batalla de Covadonga tras la que don Pelayo se convirtió en un auténtico héroe, que impulsó la Reconquista, y fue coronado rey con una corona hecha con ramas de roble, según la leyenda, en el entorno de la Ermita de Corona.
Así, al igual que en época romana, los Picos de Europa, y en especial Valdeón, se convirtieron en el último reducto de una rebelión contra los invasores que defendió la libertad de sus pobladores aprovechando una abrupta orografía de muy difícil sometimiento.
Además, este bello enclave no solo fue escenario de grandes gestas, sino que también es lugar el lugar de reposo de la imagen de la Virgen de la Corona, a la que todo el Valle de Valdeón rinde pleitesía en una histórica romería con más de 170 años de antigüedad.
La fiesta tiene su origen en una persistente sequía que asoló en 1850 a los pueblos de este Valle leonés, situado en el corazón del Parque Nacional de Picos de Europa. Los valdeonenses, desesperados, dedicaron a su patrona sus rezos y plegarias, que fueron escuchados y se tradujeron en la llegada de la ansiada lluvia. Por ello, en agradecimiento, el Real Concejo de Valdeón se comprometió a celebrar cada año un novenario previo al 8 de septiembre y los valdeonenses debían asistir so pena de ser multados, aunque siempre ha sido mayor la devoción que la obligación.
Por tanto, el último domingo de agosto se celebra una procesión en la que se traslada a la Virgen de Corona a una de las parroquias del Concejo. Si el año es par será acogida por la Parroquia de Santa Eulalia en Posada de Valdeón, y si el año es impar se albergará en la parroquia de San Pedro en Soto.
Después, cada 8 de septiembre se celebra la festividad con la Romería a la Ermita de la Virgen de Corona, un templo construido en los años 20 en el lugar al que tradicionalmente se acudía en procesión para albergar la imagen de la Virgen, que podría ser anterior al siglo XVII, y el retablo que la contiene, de 1696.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Ayuntamiento de Posada de Valdeón y Turismo Montaña de Riaño