El avión de la Legión Condor que se estrelló en el Pico Cerroso, ¿Accidente o sabotaje?
El avión de la Legión Condor que se estrelló en el Pico Cerroso, ¿Accidente o sabotaje?
En plena Guerra Civil española, seis personas fallecieron en aquel suceso. Sus cuerpos tardaron en ser rescatados y se recuperaron gracias a los vecinos de Ocejo de la Peña.
Un 17 de enero de 1939, durante la Guerra Civil Española, un avión de la Legión Condor enviada por el ejército alemán se estrelló en el Pico Cerroso, de 1.838 metros de altitud, situado en Ocejo de la Peña, en plena Montaña Oriental Leonesa. El suceso, en el que fallecieron el piloto alemán y otros cinco pasajeros españoles, esconde muchos secretos que nunca se han llegado a aclarar: ¿Accidente o sabotaje?
El avión Junker despegó de la base aérea de La Virgen del Camino en un día de invierno con un fuerte temporal de nieve, viento y niebla, iban seis personas a bordo cuyo destino tampoco está claro debido, quizás, a la censura de ambos bandos en la contienda o al secreto militar. Aunque se puede presuponer, por las fechas, que se dirigían a engrosar las filas de especialistas en aviación de guerra en el frente catalán, al coincidir el viaje con un momento en el que la ofensiva en aquella zona se aceleraba. De hecho, la caída de Cataluña se produjo el 10 de febrero de 1939.
Sin embargo, aquel día se interpuso en su camino la ladera del Cerroso y, como consecuencia, perdieron la vida el aviador Horst Meiling y los españoles Modesto Candela Munar, Anselmo Gutiérrez Mateo, Daniel Eguía Torraldoiz, Evaristo Peña Saiz-Rojas y Jesús Escudero González.
Según la prensa de la época, los vecinos de Ocejo de la Peña escucharon los motores del aeroplano y el estruendo del impacto, aun así en un primer momento se buscaron los restos en el entorno de los Picos de Europa, y no fue hasta el 17 de febrero, un mes después, cuando fueron localizados el avión y los cadáveres.
"De los seis tripulantes, dos estaban junto a los motores completamente abrasados y los otros cuatro se hallaban distantes del avión y asomando sus cuerpos por entre la nieve", informaba el Diario de León en aquella fecha.
Así, el pueblo y el lugar se llenaron de militares durante esos días, y el rescate de los cuerpos y los restos del avión se realizó, según las gentes de la época, mediante carros tirados por vacas. Finalmente, en Ocejo esperaban varios camiones y ambulancias que trasladaron los cuerpos hasta Cistierna, desde donde se llevaron a su lugar de origen.
La inestimable ayuda de los vecinos no quedó en vano porque, según relató Luis Valdés Mateo en el decano de la prensa leonesa, "los alemanes, muy cumplidos y atentos, han gratificado a los vecinos de Ocejo (...) y entregaron al presidente del pueblo un hermoso cuadro con la efigie del canciller Hitler en prueba de la amistad y simpatía que les une con el pueblo español".
Además, ese mismo año se colocó en homenaje a los seis fallecidos una placa escrita en alemán, que sigue todavía hoy en pie, en la que se puede leer "el 17 de enero de 1939 aquí murieron el aviador Horst Meiling y sus compañeros españoles Modesto Candela Munar, Anselmo Gutiérrez Mateo, Daniel Eguía Torraldoiz, Ernesto Peña Saiz-Rojas y Jesús Escudero González".
Las causas del accidente nunca salieron a la luz de forma oficial, pero se barajó la posibilidad de un fallo humano debido a la falta de visibilidad por el temporal de nieve, así como a las propias condiciones climatológicas. Aunque también sonaron ecos de sabotaje.
Porque, aunque en aquel entonces no se relacionó a ninguno de los pasajeros con León, uno de ellos sí tenía vínculos con la provincia: Evaristo Peña Saiz-Rojas (se confundieron a escribir su nombre en la placa memorial). Y ya en el siglo XXI, Javier Alonso de Quintanilla Peña, su nieto, dio a conocer que al comunicarle la muerte a su abuela le habían dicho "que habían metido algodón en el depósito de combustible".
La peculiar historia de esta tragedia casi olvidada fue rescatada hace unos años por la revista cultural Camparredonda, dirigida por el escritor y editor leonés Gregorio Fernández Castañón, después de que su padre recuperase unas imágenes del suceso; e incluso llegó a convertirse en novela a través de las letras de Ángel Pajín, novelista de Acebedo, que tradujo el accidente a la ficción en 'Las claves del dodecaedro'.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Gregorio F. Castañón y José María Escapa
