La muria de Puente Almuhey, de aspecto insignificante pero con gran valor histórico
La muria de Puente Almuhey, de aspecto insignificante pero con gran valor histórico.
Una jarra de vino y tres vasos dejaron 'grabada' su huella en la piedra de tantos encuentros para dirimir asuntos territoriales entre Valderrueda, La Vega de Almanza y Renedo de Valdetuéjar.
En la rotonda de entrada a Puente Almuhey, tras atravesar el puente medieval y junto a la ermita románica de Nuestra Señora de las Angustias, podemos encontrar una piedra que, aunque puede pasar desapercibida, tiene gran valor histórico para el Alto Cea.
Se trata de la muria, en la que una jarra de vino y tres vasos dejaron 'grabada' su huella de tantos encuentros para dirimir asuntos territoriales entre Valderrueda, La Vega de Almanza y Renedo de Valdetuéjar.
Muria es un término leonés que hace referencia a piedras que sirven para delimitar terrenos y propiedades, y que normalmente se sitúan en encrucijadas. Precisamente esa podría ser la función que dio origen a esta piedra en lo que ahora es Puente Almuhey, sin embargo, acabo ganando un papel aún más importante en la historia de esta zona de la Montaña Oriental Leonesa.
En en lugar en el que se ubica esta piedra, de un metro de altura, tallada en forma de pirámide truncada, con tres rebajes circulares en cada extremo y uno más grande en el centro, confluían las lindes de los territorios históricos regidos por los marqueses de Alcañiz, señores de las tierras de Almanza; los marqueses de Prado, dueños de Valdetuéjar; y los marqueses de Astorga y el conde de Altamira, que dominaban Valderrueda y Prioro.
Por tanto, alrededor de la muria se reunían los gobernadores de los tres marquesados, de origen medieval y con siglos el poder. Sobre ella se colocaba un gran jarra de vino en el centro, y vasos en cada uno de los tres huecos restantes, uno para cada representante, para dirimir y discutir asuntos territoriales.
El vino requería un espacio predominante en la muria y se convirtió en compañero inseparable de estos concejos, pues a medida que bajaba la jarra lo hacían las disputas que habían obligado a los gobernantes a reunirse. Pero su excesivo consumo en algunas ocasiones llevó a que se prohibiera su presencia durante estos encuentros en el siglo XVIII por "suponer un despilfarro para las arcas públicas".
Posteriormente, con la creación de los Ayuntamientos tras las Cortes de Cádiz de 1812, esos concejos abiertos que durante siglos habían dirimido el futuro de tres territorios jurisdiccionales, desaparecieron.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Asociación Cultural Forja de Puente Almuhey