El inexpugnable Castillo de Aviados, uno de los más fuertes y seguros de León
El inexpugnable Castillo de Aviados, uno de los más fuertes y seguros de León.
Fue propiedad de los Guzmanes, residencia ocasional de la reina Urraca I de León y terminó destruido por orden del rey Carlos I de España.
Situado en una posición inexpugnable sobre una gran roca caliza en el Alto Curueño, el Castillo de Aviados, en el municipio de Valdepiélago, fue considerada una de las fortalezas más seguras de León. Fue propiedad de los Guzmanes, residencia ocasional de la reina leonesa Urraca I y terminó destruido por orden del rey Carlos I de España.
Remontándonos a su origen, existe la leyenda de que este castillo fue levantado por el noble visigodo Gundemaro, por lo que se remontaría al siglo VII, cien años antes de la irrupción de los árabes en la Península. Sin embargo, su construcción data del siglo XI, momento en el que se han encontrado las primeras referencias documentales.
Pese a estar en ruinas, la fortaleza llegó a estar conformada por tres recintos amurallados que rodeaban un torreón rectangular situado en la cima, sobre el pueblo de Aviados. Desde su emplazamiento, en el que se divisa toda la ribera, enviaba señales de humo a los vecinos Castillos de Peña Morquera, en Valdepiélago; de Montuerto; y San Salvador del Curueño, en las inmediaciones de Santa Colomba. De esta forma defendía las entradas del norte, amuralladas por las estribaciones de la Peña Galicia, lo que lo convertía en un punto estratégico.
Su importancia en la Edad Media lo llevó a ser residencia ocasional de la reina Urraca I de León, 'La Temeraria', durante su turbulento reinado entre 1109 y 1126. Aunque es recordado por pertenecer a la antiquísima Casa de los Guzmanes de León, quienes lo adquirieron a finales del siglo XIII y lo usaron como residencia de verano.
Después, se sabe que durante el reinado de Sancho IV de Castilla (1284-1295), una vez que los territorios restantes de la corona leonesa se unieron con los del emergente reino castellano, era señora de Aviados María Ramírez de Cifuentes, que se casó con Juan Pérez de Guzmán, hijo de Pedro Núñez de Guzmán y Urraca García de Villamayor, señores de Toral; por lo que el señorío pasó a la casa de Guzmán en su descendencia hasta el año 1837.
Más tarde, en 1467, fue confiscado a Gonzalo Núñez de Guzmán como parte de los feudos de los Guzmanes cuando Alfonso de Castilla, 'el pretendiente', intentó alcanzar el trono castellano en contra del rey vigente, Enrique IV, su medio hermano. Así, fue entregado al archienemigo de la Casa leonesa, Diego Fernández de Quiñones, primer conde de Luna.
Posteriormente los papeles se invirtieron durante la Guerra de Sucesión Castellana, cuando los Quiñones tomaron partido por Juana la Beltraneja mientras que los Guzmanes lo hicieron por Isabel la Católica, por lo que el Castillo de Aviados volvió a manos de Gonzalo Núñez de Guzmán tras la victoria de esta última.
Sin embargo, un joven Ramiro Núñez de Guzmán lo perdió de nuevo al terminar desterrado a Portugal tras enfrentarse en 1484 al poderoso Almirante de Castilla, Alonso Enríquez de Quiñones, nieto del conde de Luna. Por suerte consiguió la restitución de sus bienes, entre ellos la fortaleza del Alto Curueño, al salvar al rey portugués Juan II de una traición y revuelta nobiliaria. El monarca, agradecido, intercedió por él ante los Reyes Católicos y obtuvo el perdón.
Durante las regencias tras la muerte de Isabel la Católica llegó el momento de máximo esplendor y poder del Castillo, aunque duró poco. Los hijos del Guzmán habían servido al infante Fernando, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla. Por ello, en 1520 apoyó la Revuelta de los Comuneros de Castilla después de que Fernando el Católico revocase la regencia de su nieto Fernando en favor de su otro nieto, Carlos I de España.
Tras el fracaso y represión de la revuelta, el Castillo de Aviados fue destruido por orden de Carlos I, y sus propietarios tuvieron que huir a Portugal. Y, pese a que los Guzmanes fueron amnistiados y en 1532 se ordenó la devolución de los bienes a Martín Núñez de Guzmán, la fortaleza no fue reconstruida.
Hoy en día, aún siguen visibles algunos de sus cubos y ruinas, que pueden disfrutarse en lo alto de una montaña a medio kilómetro del pueblo.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: DDV