El "milagro" emprendedor de Nocedo de Curueño

El "milagro" emprendedor de Nocedo de Curueño.

Cinco jóvenes se lanzan a la aventura y apuestan por nuevos negocios en el pueblo, que apenas cuenta con 34 habitantes censados. 

“Cierre por jubilación” y “Cierre por cese de actividad”, son los motivos más comunes por los que los establecimientos dicen adiós. Aunque hay otros, como el “Cierre en ausencia de relevo generacional”, “Cierre porque el comercio online nos ha destrozado”, “Cierre porque cada vez hay menos gente en León para comprar”, incluso existe el pavoroso “Cierre por desavenencias entre coléricos coherederos que se llaman hijos de puta en una sala del Juzgado”...

Lo cierto es que, por diversos motivos, León echa el cierre. Esa es la triste tendencia. Pero, quizás, en ocasiones las tendencias estén para invertirlas, como el salmón que nada aguas arriba, como el que no tiene redes sociales, o como un grupo de amigos de una pequeña localidad al norte de León, mi pueblo, Nocedo de Curueño.  

En el último año, cinco de sus vecinos más jóvenes han iniciado una interesante aventura, abriendo las puertas de sus establecimientos, mirando hacia el otro lado de la tendencia y, sin prestar atención a los aterradores titulares de la prensa. Me pregunto si son inconscientes, temerarios u osados. 

Raquel se afana por terminar los últimos encargos. Se trata de cinco llaveros similares. El primero de ellos abrirá la puerta de su taller de Joyería Quela Joyas Cinegéticas, emplazado en la antigua corte de cabras de su abuelo Lucio. Apenas hace cuatro meses de la inauguración y los pedidos no cesan. Ha cumplido su sueño, emprender en su pueblo.

Está acabando por hoy. Un suspiro denota que el cansancio comienza a manifestarse después de tantas horas de trabajo. Mira al frente a través de los amplios ventanales y, ensimismada, no puede evitar detener sus manos para concentrarse en contemplar los últimos rayos de sol del invernal día jugando al escondite detrás de la peña, dejando en sombra al pueblo.
 
La artesana joyera observa a las hermanas López. Ana y Elsa, desde el jardín de su recién rehabilitada Vivienda de Uso Turístico, El Molino de Nocedo, despiden sonrientes a sus últimos huéspedes. Parecen satisfechas de las palabras que les dedican los que se van.  No se conformaban con ver la ruina del antiguo molino de su bisabuelo Manuel, y durante años trabajaron para volver a abrir las puertas del edificio y dar una segunda oportunidad a su Molino, esta vez convertido en una confortable y acogedora vivienda rural.

En ese momento, Nacho cruza el puente a paso ligero acarreando un brazado de leña. La chimenea de su coqueta Casa Rural, ubicada en una antigua cuadra y llamada Casa Quico en honor a su abuelo, no cesa de ahumar en estos días. Tras los ocres del paisaje, el invierno enseñará la patita, la nieve cubrirá los tejados y en su casa está todo apunto para acoger a quienes busquen deleitarse del impresionante entorno de la Montaña Central Leonesa, en un ambiente de serenidad y calma.

Los dos alojamientos turísticos recuperan la esencia de lo antiguo y ofrecen al turista todo aquello que los cinco disfrutaron desde niños y siguen disfrutando de adultos: la naturaleza en estado puro a los pies del río Curueño, rodeados de impresionantes bosques, sendas, cascadas, montañas y peñas que simulan atraparte y no dejarte salir de allí jamás.

Raquel mira hacia su izquierda. Su atención se centra en la terraza del Teleclub. Borja, el alcalde pedáneo, arrastra unos sacos de cemento que quedaron tras las obras. Un déjà vu le hizo recordar una fotografía antigua de Ramón, el abuelo de su amigo Borja, trabajando junto a otros vecinos en la construcción del Teleclub, un edifico propiedad de la Junta Vecinal y lugar de reunión, que con el paso de los años se había deteriorado hasta quedar obsoleto.

Borja, orgulloso de haber conseguido la ansiada subvención que permitió la reforma, espera paciente y esperanzado que se una otro aventurero, esta vez del gremio de la hostelería, que utilice el llavero de Raquel para abrir las puertas del Teleclub.

Acudirán los huéspedes de los alojamientos de la localidad, clientes del taller, vecinos, senderistas, intelectuales, esquiadores, cazadores, pescadores, espeleólogos, ciclistas, montañeros, escritores, domingueros, y algún que otro cura despistado.

Quizás los cinco no sean inconscientes, temerarios ni osados. Puede que sean tenaces, currantes y, sobre todo, nostálgicos reflexivos. Hace tiempo me interesé por el sentimiento de la nostalgia entendiendo erróneamente la misma como una emoción negativa. Dicen los expertos que la nostalgia, además de ser una emoción paradójica, puede ser positiva si es reflexiva. 

Los nostálgicos reflexivos valoran muy positivamente el pasado, y piensan que algunas cosas han cambiado para mejor, con lo que aumentan el sentido del presente y la motivación por el futuro, incluso la promoción de un comportamiento sociable y empático.

Sí, definitivamente estoy ante cinco nostálgicos reflexivos. Ellos tienen buenos recuerdos de su infancia y adolescencia en el pueblo, valoran el pasado, aprecian con infinito cariño los grandes momentos vividos en Nocedo, para ellos es su lugar de bienestar favorito en el mundo. 

Sin embargo, saben que están aquí y ahora, este es el presente, su presente. La motivación por el futuro es evidente, y sin alejarse de sus orígenes han invertido en su ilusión, apuestan por su negocio. No quieren echar el cierre y están unidos en una tendencia inversa nostálgica reflexiva.

Fuente: Ana Belén López Fernández - Nocedo de Curueño

Fotografía: Ana Belén López Fernández