El cruento asedio y ataque romano al Castro de La Loma en Santibáñez de la Peña
El cruento asedio y ataque romano al Castro de La Loma en Santibáñez de la Peña.
Se cree que 5.000 soldados formaron parte de la ofensiva a la que pudo ser la capital de los Cántabros Tamáricos.
El yacimiento es el mayor exponente en cuanto al conocimiento sobre las Guerras Cántabras.
El yacimiento arqueológico del Castro de La Loma, en Santibáñez de la Peña, se considera el mayor exponente en cuanto al conocimiento sobre las Guerras Cántabras por el cruento asedio y ataque que 5.000 legionarios romanos llevaron a cabo para su conquista.
Situado a unos 1.124 metros de altitud sobre un promontorio natural, esta fechado entre los siglos III y I a C., y posee una extensión de unas 10,18 hectáreas, una superficie que da pistas sobre su relevancia como ciudad, lo que hace pensar a algunos investigadores que podría tratarse de la capital del pueblo cántabro de los Tamáricos.
Pero lo que sí está claro es que es uno de los poblados fortificados más representativos de la tribu prerromana, y un enclave único no solo por la gran cantidad de vestigios encontrados en el él, sino también por los tres campamentos romanos que lo rodean.
Este asentamiento de la Montaña Palentina estaba protegido por una imponente muralla de más de 8 metros de altura a la que precedía en la zona norte un profundo foso en V excavado en la roca, de unos 4 metros de anchura, y por una muralla interior que acotaba la acrópolis, una infraestructura defensiva de gran envergadura que no ha sido documentada en ningún otro castro del antiguo territorio cántabro. Por el contrario, en la zona sur no hubo necesidad de fortificar puesto que los abruptos acantilados existentes hacían inexpugnable ese sector.
Por tanto, estas características unidas a su descomunal extensión demuestran que el castro de La Loma fue un gran poblamiento cántabro, por la gran cantidad de mano de obra necesaria para su construcción, y justifican que fuese necesario un contingente romano de enormes proporciones para derrocarlo.
Asedio y ataque romano
Se sabe que La Loma fue sitiado y atacado a finales del siglo I a.C. por los romanos, que durante sus campañas de verano construyeron en torno al asentamiento tres campamentos, unidos entre sí por un muro que aislaba a los indígenas.
El acuartelamiento principal se extendía imponente sobre unas 6 hectáreas al noreste, y los otros dos, auxiliares, se instalaron al suroeste. Además, dos líneas de trincheras completaban el desmedido dispositivo militar romano, la más cercana al castro para protegerse de un contrataque de los cántabros, y una segunda destinada a cubrir la retaguardia.
Centenares de objetos como tachuelas, clavos de los vientos de las tiendas y puntas de flecha de factura romana, permiten conocer que la fuerza de ataque se componía de unos 5.000 soldados romanos, legionarios, tropas de caballería, auxiliares de infantería pesada, y arqueros, alojados en tiendas de campaña.
Por el contrario, no se sabe el tiempo que duró el asedio, pero se cree que los supuestos 'tamáricos' no fueron reducidos por hambre y que esta zona de la Montaña Palentina fue escenario de una cruenta batalla, en la que los invasores tuvieron que expugnar el castro a través de una fuerza militar descomunal. Así lo atestigua la ingente cantidad de armas encontradas en todo el yacimiento, más de 400 puntas de fecha que sitúan a la colección de La Loma como la más completa conocida hasta hoy.
El enfrentamiento comenzó mediante ataques a distancia con arco y catapulta, tal y como demuestran las decenas de flechas encontradas en el foso que antecede a la muralla castreña. Después, los combates se concentraron en la esquina en ángulo de las defensas cántabras, situada justo en frente del campamento romano principal, puesto que su cara exterior es el punto de mayor concentración de vestigios bélicos.
No obstante, también se han hallado evidencias en el campamento romano de que los antiguos pobladores del castro se defendieron férreamente. Por ejemplo, destacan tres proyectiles de catapulta encontrados en el interior del acuartelamiento, uno de ellos todavía hincado en el suelo, y cuyo ángulo proviene del poblado. La rareza de este hallazgo hace pensar a los investigadores que los cántabros capturaron una catapulta al enemigo y la utilizaron contra el ejército romano.
Finalmente, los restos arqueológicos nos informan que, tras el asalto final, se produjo la entrada de los romanos al castro, y este fue incendiado y destruido por completo, por lo que no volvería a ser ocupado.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: JCyL, Wikipedia, Palencia Turismo