Cierra un histórico: adiós al pan de Valderrueda tras más de 120 años de tradición y olor único
Cierra un histórico: el pan de Valderrueda dice adiós tras más de 120 años de tradición y olor único.
La panadería artesana 'Praval' amasó el sábado sus últimas "piezas" con hornos de leña que han podido disfrutar diariamente cientos de personas de la Montaña, de León y de Palencia.
El pasado sábado fue el último día que el olor a pan recién hecho salió de la Panadería Praval de Valderrueda.
El negocio, con más de 120 años de historia, repartió por última vez sus bollos, hogazas y barras, que han estado presentes en cientos de casas del Alto Cea, de la provincia de León y de gran parte de la Provincia de Palencia.
La despedida será dura porque la Montaña Oriental Leonesa dice adiós a uno de los últimos panes totalmente artesanales, elaborado en hornos de leña que han cocido este manjar para varias generaciones, con la misma masa durante más de un siglo.
"No es que sea el único pan bueno del mundo, pero en la zona y en toda la Montaña es el característico, el pan de toda la vida, con su corteza dura, que se amasa y se cuece en el momento. No hay cámaras frigoríficas, es el proceso artesanal, y lo comes al día siguiente; características que se están perdiendo", explica Carmen María, última generación al frente del obrador hístorico de la localidad leonesa.
Por no hablar, de que los años de experiencia les permitían 'personalizar' el pan, "como conoces a la gente decías: hay que hacer uno muy blanco para Gabino y uno muy cocido para otro. Ibas a las tiendas y lo mismo, en Guardo un poco más cocido, en Saldaña más blanquito, en León las barras súper blancas...", apunta.
Y, como bien reivindica Carmen María, se echará de menos la labor social del repartidor, "repartiendo te vas fijando en la señorina que vive sola y si un día no sale vas a picarle. En la pandemia ¡Cuánta gente te sacaba una lista y te pedía si le podías traer algo porque estaban solos!", recuerda.
El negocio echó a andar en torno a 1900 en manos de los bisabuelos de esta joven leonesa. Aunque hubo una época en la que paró, en 1950 se hizo cargo su abuelo, Luis de Prado, y se trasladó a su actual ubicación. Tras él se puso al frente su tío, Francisco de Prado, con la ayuda de su madre, María del Carmen de Prado. Así, hasta llegar a Carmen María, que ha intentado tirar con todo para no cerrar, pero se ha encontrado con un muro infranqueable: la escasez de gente que quiera trabajar en el obrador.
"Se empezó con la hornera vieja, como se vendía mucho se amplió el obrador con el horno giratorio. Se hacían panes de 3 kilos, luego se pasó a los de 2 kilos, 1 kilo, y medio. Por último, cuando se comenzaron a vender en León capital las barras, que era lo que más se solicitaba. Por eso, hará 25 años se adquirió el horno de barras", detalla ella y María del Carmen. Tampoco faltaban a la venta en Praval la bollería, como bizcochos o tortas de leche, así dulces típicos como las magdalenas caseras y antiguamente los sequillos.
Su pan llegaba con el reparto a todos los pueblos del Alto Cea, pero, además, viajaba hasta León capital, Cistierna o Mansilla. Y daba también el salto a la Montaña Palentina, donde se podía disfrutar en Guardo, Saldaña, Santibáñez de la Peña, Cervera de Pisuerga e incluso Aguilar de Campoo o la misma capital. Y, por supuesto, en todos los pequeños pueblos por los que pasaban diariamente.
Siete personas llegaron a conformar la plantilla, siempre con algún De Prado al frente pero sin que faltara ayuda del resto de la familia, "mis otros tíos venían en verano y si tenían que entrar al obrador por la noche o repartir lo hacían. Yo como nieta siempre he estado ahí, recuerdo estar echando azúcar a las magdalenas, me gustaba y ayudaba a mi abuela. Y cuando me saqué el carné, los días de más apuro ayudaba a hacer el reparto de los pueblos cercanos", relata la joven.
"Se vendían entre 1.000 y 2.000 piezas diarias, aunque la venta se incrementaba los sábados", afirma su madre. Pura delicia elaborada en hornos antiquísimos. De hecho, uno de ellos se conserva desde la década de los 50, aunque recuerdan "otro aún más antiguo que se atizaba con escobos por debajo".
Ahora, es la cuarta generación la que tiene que decir adiós, "para mí era una ilusión, algo que no se podía dejar perder. Pero el mayor problema ha sido la falta de trabajadores, la gente que entraba, al ser un trabajo muy duro, de noche, lo terminaban dejando", explican, emocionadas. No olvidan a sus repartidoras, "unas currantas" y a otro trabajador que se jubiló, "ya son parte de la familia, porque han currado y luchado mucho con nosotros".
Para el Alto Cea y toda la Montaña la noticia ha supuesto un shock, porque muchos vecinos llevan acompañando sus comidas toda la vida con el pan de Praval, "la gente no se lo cree, pero hubo un momento que hubo que tomar la decisión. Les da pena", apunta. Sin embargo, esperan que guarden un grato recuerdo y toda la familia se muestra agradecida "con todos los clientes, por la fidelidad que han tenido todos estos años".
Se va un histórico, una frase de leyenda que quedará en el corazón de cientos de personas, cuando, al levantarse por la mañana, pensaban en "el pan de Valderrueda", conocido y famoso tanto dentro de la Montaña, como en León y en la vecina Palencia.
Ahora quedará el recuerdo y, quien sabe, si algún emprendedor podrá dar el salto de hacerse con las instalaciones actuales, totalmente listas para "echar a andar".
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: Panadería Praval, DDV
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