Diario de Valderrueda
Querida «gueli»
lunes, 5 de junio de 2023, 20:11
OPINIÓN - NAVIDAD 2022

Querida «gueli»

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Querida «gueli»...Por Sara García.


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Es la primera vez que te escribo, pero si te soy sincera me arrepiento un montón de no haberlo hecho antes. De «rapacina» le escribía al señor de rojo, porque claro, me traía juguetes, pero siempre me pareció un poco extraño con sus renos voladores y sus duendes; demasiado brillante, como salido de un anuncio. Y de «mocita» a Gaspar, que aunque no es el más popular, siempre se portaba. Pero ahora que soy mayor creo que lo mejor es escribirle mis deseos a alguien que, como es de la «tierrina», está cerca y puede bajar de un salto la montaña para darme un achuchón en cualquier momento. Si bien no va a solucionar todos mis males, por lo menos los alivia.


Dicen que eres un invento moderno, pero yo sé que vienes de antiguo y además, a mí me has acompañado desde «guaja». Recuerdo bien que en la función de Navidad los del coro cantábamos:


«Apártense los señores,

los del medio para afuera.

Dejen pasar a estos niños,

con este ramo de cera.»


Lo primero que entraba en el salón de actos era el ramo de Navidad, seguido de un par de niñas vestidas «de regional» cargadas con una cesta llena de viandas: Una hogaza de pan de leña bien tostado, frutos secos, mazapán y mistela, para repartir entre los asistentes. Bueno, la mistela no, a la «chavalada» solo nos tocaba mazapán con chocolate; menos a algún «alipende» que lograba darle un tiento, pero esa es otra historia que no viene al caso.


Lo curioso es que nadie me sabía explicar qué tenía que ver el armazón de madera decorado con velas y puntillas del que colgaban roscas, mandarinas y otras cosas ricas, con lo que había pasado en Belén hacía casi dos mil años. Sin embargo, cuando preguntaba por la cesta siempre me respondían «de la Vieja, niña. ¿De quién va a ser si no?» Así que eres la culpable de que todos los veintidós de diciembre por la tarde, «marchara» para casa con chorretes de chocolate en los morros, la panza llena y una sonrisa de oreja a oreja. ¡Cómo me «prestaba»!


Con tanto recuerdo, todavía no te he dicho qué es lo que quiero pedirte este año. Me gustaría saber si me prestarías un poco de la serenidad que tienes allá en lo alto de los montes. La quiero para compartir, pues nos hace mucha falta con el ritmo vertiginoso con el que vivimos hoy en día. Somos ricos en muchas cosas, pero pobres en tiempo y por eso acabamos «quemaos».


Sobre esto ¿puedes traerme un vaso más grande para la paciencia? Ya sé que como siga agrandándolo va a tener el tamaño de una piscina olímpica. Pero ¿qué quieres que haga si cada uno que pasa le echa un «chorrín»? Di que igual si se desborda se soluciona la sequía que ha habido este verano y arreglamos los problemas de la gente del campo. No hay mal que por bien no venga.


También, si no es mucho pedir, me gustaría tener un poco de tu valentía. Se ve a la legua que eres una «vieya» fuerte, a la que no le aúllan ni los lobos, que va por ahí sola saltando de monte en monte armada tan solo de una humilde cacha. ¿Sabes? De mayor me gustaría ser como tú.


Y ya para acabar, quisiera una sonrisa como la que pintabas con chocolate en mi rostro cuando era niña. Pero tiene que ser súper contagiosa ¿eh? Que hace ya un par de años que solo distingo en los leoneses caras largas por todo lo que hemos pasado. Además, ahora cuando «cuceo» en sus miradas, veo miedo al futuro. Ojalá pudiera recordarles a todos, que mientras estemos juntos lo que venga no puede ser tan malo.


No te voy a pedir que arregles todos nuestros problemas, sé que eso lo tenemos que hacer nosotros mismos, pero si además de lo anterior me mandas un abrazo de oso por medio de una amiga para darme ánimos te estaré muy agradecida.


Por cierto, si este año tienes a bien pasarte por mi casina, te tendré preparado junto al ramo un buen chupito de orujo de hierbas, un platillo de queso viejo de oveja y unas roscas, para que hagas una pausa en el camino, que la noche es muy larga.

Un beso muy grande de alguien que te admira.


Sara.


PD: Se me está ocurriendo que igual no sabes leer, porque en tu época a las mujeres no las mandaban a la escuela. No te preocupes, en ese caso pásate por mi clase que esta «maestrina» se ofrece a enseñarte las letras y las cuatro reglas en un pispás.


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