¿Qué podemos aprender del Crack de 1929 cara a la crisis del coronavirus?

La crisis financiera que se inició en 1929 tuvo unas consecuencias socioeconómicas que se extendieron por todo el mundo y afectaron a prácticamente todas las capas sociales, algo muy similar a lo que está ocurriendo en nuestros días con el COVID-19. Aprende en este artículo cuáles son las principales enseñanzas de aquella crisis y cómo podemos utilizarlas en la actualidad.

Se trató de una crisis global

Como muy bien se indica en https://www.webquest.es/recursos/la-gran-depresion-1929-causas-caracteristicas-y-consecuencias/, la crisis que comenzó con el desplome de la Bolsa de Nueva York en 1929 fue de carácter global y afectó a la más absoluta totalidad de países integrados en lo que podríamos llamar economía capitalista, dado que la Rusia soviética resistió algo mejor sus consecuencias por no depender tanto del mercado exterior como lo hacían el resto de países (todavía no puede hablarse de bloque socialista, dado que la mayoría de los países que se integraron en él lo hicieron después de la II Guerra Mundial).

Es decir, que la característica esencial de una y otra crisis es la misma y ello es motivo más que suficiente como para tratar de buscar paralelismos para lograr salir de la actual de la mejor manera posible.

Destruyó millones de empleos en todo el mundo

Aunque Estados Unidos fue el país más afectado en este sentido, lo cierto es que la crisis derivada del Crack del 29 destruyó un enorme número de empleos en todo el mundo, dado que la economía se paralizó casi por completo y las inversiones privadas se redujeron a su mínimo exponente.

Esta circunstancia, que también es equiparable a la que vivimos hoy día, solo se vio subvertida una vez que los Estados comenzaron a invertir en la economía productiva, dando lugar a lo que en los Estados Unidos se llamó New Deal y suponiendo una de las posibles soluciones a los problemas a los que la crisis del coronavirus nos ha hecho tener que enfrentarnos.

Afectó más a quienes menos tenían

A pesar de ser cierto que la crisis de los años 30 del siglo pasado tuvo un carácter absolutamente transversal, no lo es menos que sus principales víctimas fueron los obreros que perdieron sus puestos de trabajo, los ancianos que dependían de la caridad o de los escasos trabajos que podían realizar (los sistemas de protección pública todavía no se habían extendido por todo el mundo), los pequeños comerciantes que vieron el fin de sus negocios y, en general, todas aquellas personas que dependían de sí mismas para subsistir.

De hecho, una de las consecuencias de la crisis iniciada en 1929 fue la extensión de los mismos sistemas de protección de las personas vulnerables por parte de los Estados que en nuestros días también estamos viendo ampliarse, al menos, en algunos países europeos, siendo la validez de estos sistemas a la hora de que la población pueda enfrentar a este tipo de situaciones otra de las enseñanzas que podemos extraer del Crack del 29 que podríamos aplicar a nuestros días.

Fue una de las causas del ascenso de Hitler al poder

Además, en una Alemania doblemente golpeada por la crisis (pues venía de padecer unas condiciones de paz de la I Guerra Mundial especialmente dañinas para su población), la crisis de la década de 1930 supuso que los cantos de sirena del nazismo fueran escuchados por un buen número de ciudadanos y que uno de los mayores criminales del s. XX se hiciera con las riendas del Estado, pusiese en marcha un auténtico genocidio y comenzara una contienda bélica de carácter global.

Por consiguiente, la última enseñanza del Crack del 29 que mostraremos es que este tipo de crisis suelen servir de altavoz a unas ideologías muy peligrosas para el grueso de la población, motivo por el que es necesario estar vigilantes y tratar de evitar que los discursos del odio se abran paso en nuestras sociedades a consecuencia de la mencionada crisis del COVID-19.