La aventura de Kris Montero para sacar a la luz 'Teko y los Picos de Europa'

La aventura de Kris Montero para sacar a la luz 'Teko y los Picos de Europa'.

"Teko representa a todo alpinista que ama vivir rodeado de los suyos, pero que a su vez tiene la irremediable necesidad de cruzar el mundo en busca de su otro amor: las montañas".

Teko no llegaba a dos primaveras de vida y ya soñaba con conocer más allá de aquellas montañas que eran su hogar. Cierto es que él ya vivía en Picos de Europa, pero era tan inmenso ante sus ojos, que aunque los suyos le pedían esperar, su mente acallaba los consejos con montañas en el aire que ansiaba trepar.

Sería una buena forma de explicar quién es nuestro joven aventurero. Porque el protagonista de 'Teko y los Picos de Europa' representa, de alguna forma, a todo aquel o aquella alpinista que ama vivir rodeado de los suyos, pero a su vez tiene la irremediable necesidad de cruzar el mundo en busca de su otro preciado amor: las montañas. 

Aunque el libro no sólo habla de alpinistas, sino también de todos los que están por detrás. Familiares, amigos, parejas... Que de alguna forma entienden que el amor incondicional es así. Un amor en el que se tiene que soltar y confiar, aunque a veces confiar implique sufrir.

Es una historia que se enmarca en el entorno del Parque Nacional de los Picos de Europa. Un diamante en bruto en un espacio relativamente pequeño, si lo comparamos con la inmensidad de otras maravillas del mundo. Es un pequeño Himalaya, que reposa dulcemente suavizado por unos valles que lo protegen, e incluso algunos lo conectan con el mar. En pocos sitios puedes estar escalando grandes dosmiles mientras tienes la inmensidad del océano de fondo.

Teko, nuestro joven protagonista se embarca junto a su mejor amiga en una búsqueda por los Picos de Europa, que le llevará a experimentar situaciones que le permitirán aprender y crecer. El libro pretende de alguna forma presentar al lector, que abarca un perfil de edad de los 10 a los 100, un viaje por lo que se conoce a día de hoy como El Anillo de Picos: un recorrido circular que pasa por los nueve refugios guardados del Parque Nacional y que puede "presumir" de ser uno de los más complicados del planeta, en definitiva, una auténtica prueba de superación.

A día de hoy, existen infinidad de textos que hablan de este entorno, gran parte en la propia editorial de este mismo libro, Cordillera Cantábrica. Pero Teko busca acercarse a los pequeños y futuros montañeros y montañeras. Esta novela de estilo atemporal pretende ser una antesala más en el mundo del montañismo, adornado con ciertos toques de magia y fantasía. Una combinación que esperamos la haga, relativamente, eterna.

Aunque el libro se encuentra "recién sacado del horno", su fermentación duró aproximadamente unos 12 años. Como autora, me había dedicado a diversos trabajos, hasta llegar a donde tenía claro que me gustaba estar: rodeada de montañas y con tiempo suficiente para crear todo aquello que la mente necesitara. Mi profesión principal era la de diseñadora, y mi amistad con algunos guardas de refugio me dio la oportunidad de colaborar en el proyecto de "El Anillo de Picos", lo que para mí era un sueño hecho realidad.  

La vida en aquel momento me regalaba esta experiencia, y de paso, la oportunidad de conocer al hombre que acabaría siendo mi compañero de cordada y el padre de mis hijas, Pablo Sedano, guarda del refugio de Collado Jermoso. En 2011, al quedarse sin personal en su refugio, me permitió echarle una mano a 2.064 metros de altura. Una noche cualquiera, cuando el sueño no terminaba de llegar, entre risas cómplices me ofrecí a contarle un cuento, con la esperanza de que no nos llevara mucho antes de caer rendidos. Pero lo que comenzó siendo una historia improvisada sin ninguna intención, empezó a cobrar cierto sentido.

Decidida, me levanté de la cama para apuntar en un cuaderno lo que me estaba inventando. Algo me decía que debía escribirlo, pero el instinto a veces tiene la misma fuerza que las inseguridades, y aquella pequeña historia, donde Teko ya existía, aunque con otro nombre, se quedó al fondo de mis papeles escondida.

Tuvo varios intentos de salir a la luz de nuevo. Como si los personajes del libro me susurraran al oído que les dejara nacer, pero aquello conocido por algunos como el "síndrome del impostor" les hacía callar. Llegué incluso a aceptar que otros cogieran ese papel de escritor, pero por uno u otro motivo, ellos volvían al mismo sitio. 

En la vida, la paciencia siempre es un grado, y en este caso lo fue. La semilla ya había sido plantada y sólo necesitaba algo que la terminara de ayudar a germinar: el amor incondicional, que venía de la mano de dos personitas de ojos enormes y sonrisas eternas. Elba y Nara, nuestras hijas, con su inocencia y alegría, iban poco a poco trayendo de vuelta a todos los personajes de esta historia. Incluso nuestro protagonista ya tenía nombre propio. Tetekos fue como Elba los nombraba, y Teko se quedó.

En ese momento todo comenzaba a alinearse, sólo faltaba el empujón final, que no tardó en llegar. Lore, antigua guarda de Jermoso y buena amiga, me animaba a escribir a su mejor amiga, Cris Ramos, gran ilustradora, para que leyera mis textos y me diera su opinión. 

Los vértigos tienen muchos escenarios y dar este paso era comenzar a acercarse a un abismo que tarde o temprano tocaría saltar. Lo que yo no sabía es que Cris era el parapente perfecto para iniciar este vuelo y junto a ella; María Santos, mi prologuista, correctora de texto, gran compañera; y Nuria Ibánez, guarda de Vegabaño, mi referente, “mi hermana mayor en la montaña” y quien documentaba con enorme cariño todo lo que a fauna y flora se trataba, fueron puliendo algo que creían que era una pequeña joya que ofrecer al mundo.

Todos confiaban, sólo faltaba que yo lo hiciera. Tenía todo el cuerpo asomado, más o menos dispuesta a saltar, pero un pie aún tocaba tierra firme y entonces llegó Alberto Boza, de Cordillera Cantábrica. Su templanza, conocimientos de montaña y confianza en este proyecto me dio el empujón final que necesitaba. Ya no me podía echar atrás.

Ahora, ver este libro hecho realidad es un regalo indescriptible, pero el antes y el después sólo se me ocurre definirlo como una experiencia brutal. Aprender de los conocimientos de Alberto; ver como todos mis personajes empezaban a hacerse realidad en manos de Cris y comenzaban a brillar; horas de lecturas y repasos con Nuria y María, y un montón de cosas más. Teko y sus amigos ya podían llegar a las mentes de otras personas y con el cariño que les caracteriza, iban removiendo almas y corazones que me agradecían haberles dejado salir.

El amor que hemos recibido en estos meses no se puede expresar en palabras. Cartas de niños pidiéndonos otro; gente más mayor agradeciéndonos haberles emocionado y devolver a su mente recuerdos preciados de su infancia; montañeros conmovidos parándome en plena subida al refugio para que les firmara sus libros; peques porteando los suyos en la mochila camino de Jermoso para conocerme...

Es por ello que quiero aprovechar para volver a agradecer a todos los que confiaban en mí que lo hicieran. Que hayan cuidado y mimado tanto a Teko y sus amigos, y que me hagan recordar día a día que los sueños están para cumplirlos.

Para todo aquel que aún no conozco a Teko y su viaje, podrá encontrarlo en un montón de puntos de venta, pero ante la duda puede escribirnos a info@tekoylospicosdeeuropa.com o a través de nuestro instagram Tekoylospicosdeeuropa y estaremos encantadísimos de poder ayudarles a que llegue a sus manos.

Fuente: Kris Montero

Fotografía: Teko y los Picos de Europa