Las víctimas del carbón en España

Las víctimas del carbón en España. 

A lo largo de más de 150 años de historia, cerca de medio millar de mineros han perecido en las minas de carbón en, al menos, 30 accidentes de gravedad. 

Si algo ha quedado grabado a fuego en las cuencas mineras españolas es el negro, no solo el del carbón sino también el del luto por las víctimas, el precio que han pagado por una industria minusvalorada que al desaparecer se lo ha llevado todo, menos el negro. 

Y ese precio ha sido muy alto, porque a lo largo de más de 150 años de historia han perecido en las minas españolas 468 mineros en, al menos, 30 graves accidentes.

Uno de los más antiguos de los que se tiene constancia tuvo logar en abril de 1862, cuando una explosión de grisú se llevaba la vida de 29 trabajadores en la mina de Santa Elisa de Belmez, en la provincia de Córdoba. Una verdadera tragedia que la cuenca no había superado todavía cuando, en 1898, una explosión controlada desencadenaba otro estallido de grisú que provocó el hundimiento de pozos y galerías, sesgando la vida de 53 mineros. 

En la Montaña Palentina, el Pozo Calero de Barruelo de Santullán llegó a considerarse uno de los más peligrosos de todo el país, debido a la facilidad con la que se producían desprendimientos instantáneos de grisú. 

Más de 80 hombres fallecieron en él, pero en la memoria de la cuenca del Rubagón todavía duele el fallecimiento de 10 mineros el 3 de mayo de 1930, cuando entre el nivel 180 y el 230, en la llamada zona rica, una gran emanación de gas grisú los asfixió. Sin embargo, más dolorosa todavía resultó la grave explosión por la que, el 21 de abril de 1941, 18 jóvenes de Barruelo entregaron su vida, y otros 19 resultaran heridos.

Las cuencas mineras de León tampoco escaparon y son recordadas, como parte de la historia reciente, tres desgracias ocasionadas, una vez más, por el asesino silencioso. El 18 de octubre de 1979 una explosión de gas grisú fue la causante de la muerte de 10 mineros en la mina de Caboalles de Abajo, en la cuenca de Laciana; cinco años después, el 19 de noviembre de 1984, morían 8 hombres en el piso 17 sur de la mina Grupo Río, en Fabero; y el 28 de octubre de 2013 tuvo lugar el último accidente minero en la provincia, con 6 muertos en el Pozo Emilio del Valle de Llombera de Gordón. 

Pero fue a comienzos del siglo XX, concretamente el 28 de abril de 1904, cuando las Minas de la Reunión, en la población sevillana de Villanueva del Río, grabaron su nombre en la historia por el que es considerado el mayor accidente minero de España. Tuvo su origen también en una explosión de gas grisú que hundió la galería, dejando sepultados a 63 mineros.

Otra de las grandes castigadas por las tragedias mineras ha sido la cuenca minera asturiana. Si nos remontamos al año 1923, una explosión de grisú en la mina Baltasara sobrecogía a Mieres por la pérdida de 15 hombres; y otro importante suceso dejó 17 fallecidos en 1949, esta vez en el pozo María Luisa de la localidad de Ciaño. 

En esta misma región, un siniestro en el pozo Santo Tomé costó la vida a 11 mineros en una mina de la empresa Hullera Española; y de nuevo, en el pozo Mariquita de Oviedo, el gas grisú ocasionó la muerte a 6 personas.

En la cuenca del Valle del Turón de Mieres fallecieron otros 6 mineros el 22 de junio de 1959, en las mismas instalaciones mineras del grupo Polio donde hubo que lamentar 5 víctimas en 1963. También en 1963 se vistieron de luto en Langreo, concretamente el 7 de enero, cuando el Pozo Santa Eulalia explotaba debido a la acumulación de grisú, arrastrando con él la vida de 21 personas. Y en este mismo pozo, el 19 de diciembre de 1992, un derrumbe costó la vida a otras 4 víctimas.

En 1967 Turón volvió a llorar la pérdida de 11 trabajadores en el Pozo Santo Tomás a consecuencia de una rotura en el ascensor de acceso a la mina. Y ese mismo año, el 21 de marzo, 6 personas más murieron en el Pozo San Vicente de Linares.  

El 3 de noviembre de 1973 es recordado en el concejo asturiano de Quirós por la muerte de 6 hombres en el pozo plano Vega de la Mina Mariquita. Fue, como era habitual, fruto de una explosión de grisú en la galería estéril del primer piso.

Finalmente, el escenario de los últimos accidentes graves en el Principado fue el pozo San Nicolás de Mieres, donde 14 mineros murieron tras una explosión de gas grisú en 1985, y otros 14 fallecieron por el mismo motivo el 31 de agosto de 1995.   

Mientras tanto, en otros puntos de España seguían sumándose mineros a la lista de las víctimas del carbón. En marzo de 1915 otra terrible explosión en el piso 25 de la mina Cabeza de Vaca de Belmez, en Córdoba, sesgó la vida de 17 trabajadores e hirió a otros 11. Y en abril de 1944 la localidad barcelonesa de Saldes tuvo que despedirse de los 34 trabajadores que perecieron en el pozo Clara.

En 1953 se registraron 11 muertos más en Puertollano, en Ciudad Real, tras un accidente en el Pozo Calvo Sotelo. Cinco años más tarde, en 1958, estas mismas instalaciones sufrían 12 fallecimientos más.

Las Minas de La Reunión, en Sevilla, volvieron a sentir la la desgracia en 1959, cuando una explosión de grisú mataba a 16 mineros, tres años después, en 1961, el mismo causante sesgaba la vida de otros 8 trabajadores. Posteriormente, en 1967, perecieron 3 hombres al ser sepultados por un hundimiento entre las plantas 15 y 16 del Pozo número 4: y dos años más tarde, fueron 8 los muertos al producirse otra explosión de grisú en el mismo pozo. Las Minas de La Reunión serían cerradas definitivamente en 1972.

Por último, la comunidad Navarra no se libra del luto ya que en 1975 perdieron la vida 6 mineros en el pozo Undiano, de Potasas de Navarra, a causa de una explosión de gas. Misma causa, también en 1975, por la que 30 personas fallecieron en la localidad barcelonesa de Figols.

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Archivo - Minería