El disfraz, una excusa para vivir momentos de locura controlada
No podemos negarlo, nos encanta disfrazarnos. Esperamos con ilusión todas y cada una de las fiestas marcadas en el calendario que nos ofrezcan la oportunidad de cambiar nuestra piel por un rato por la de cualquier personaje real o inventado que no seamos nosotros mismos. Disfrutamos como niños al convertirnos en otra persona, animal o cosa para el disfrute propio y del ajeno.
Son momentos en los que nos permitimos cierto grado de locura, en un mundo en exceso dominado por el pragmatismo y la obediencia constante, una fiesta pagana que conservamos como ultima esencia de la libertad, que nos hace sentirnos ajenos al ridículo que sentimos permanentemente si nos alejamos de la norma establecida en cada momento y lugar. Las fiestas de disfraces nos gustan tanto porque al disfrazarnos de otros nos permite ser nosotros mismos.
En las fiestas siempre competimos por tener el mejor disfraz, en un ambiente distendido, alegre y feliz todos queremos ser quien lleve el traje más divertido, más completo, más sorprendente, más actual, hay muchas formas de acaparar la atención y llevarte el premio al mejor disfraz en un sentido o en otro.
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En las fiestas organizadas de forma particular es donde cada uno de nosotros da lo mejor de sí. Y es que sabemos que allí solo encontraremos amigos, la confianza y las ganas de pasarlo bien inundarán cada rincón por lo que tendremos opción a elegir el disfraz más llamativo, como el de Darth Vader, o más provocativo, como el disfraz de socorrista Life Guard, o si prefieres llamar la atención por elegante puedes disfrazarte de Barinesa o de Barón. Todos estos y muchos más los puedes localizar en El Carrusel a un precio sin competencia en todo el mercado online.
El origen de las fiestas de disfraces
Aunque ahora tiene ese sentido de fiesta y diversión, de locura y excesos, de usarlo como fachada para cometer las más grandes locuras que no se nos ocurriría al ir con nuestro traje habitual, las fiestas de los disfraces tienen un origen mucho más antiguo y ancestral.
Considerada como la última fiesta pagana (del campos pagus), refiriéndose a una celebración que aún no había sido domesticada o adaptada por la fe católica que tenía una mayor presión en las ciudades, parece que sus orígenes al norte se refieren a la noche de Samhain, la fiesta druídica que se celebra el 31 de octubre cuando los chamanes y sabios de las tribus celtas se reunían alrededor de una fogata y celebraban la venida de un nuevo año. Una ceremonia que tenía un gran sentido natural de amor y respeto por la naturaleza, por lo que los protagonistas se disfrazaban de distintos animales adoptando su espiritualidad, yendo de este modo de casa en casa expulsando a los malos espíritus contrarios a la verdadera esencia natural de los hombres. Esta fiesta se conocería a través de los años como fiesta de todos los santos, cuando al fin la iglesia católica la adaptara a sus propias costumbres en un vano intento por hacerla desaparecer, una escisión de la misma, recuperando en parte la tradición, los anglosajones la convirtieron en la fiesta de Halloween.
Por su parte, los carnavales, la otra gran fiesta de disfraces, más al sur que las anteriores, tiene también sus inicios en las fiestas paganas, pero en esta ocasión en aquellas que se realizaban en torno a la figura del Dios Baco, Dios romano de la fiesta y el vino, así como las que se realizaban en honor al toro Apis egipcio. Siguiendo esta línea temporal, considerada más antigua que la de los druidas, algunos historiadores coinciden en colocarla en la antigua Sumeria, hace nada más y nada menos que 5.000 años de antigüedad.
El gusto por el disfraz como vemos viene de lejos, mantenemos esa inclinación por la teatralización, por el desconcierto, el caos y la fiesta, por todo aquello que nos permita tener la oportunidad de reír y bailar sin un criterio lógico, de ser completamente libres, de poder ofrecer una versión distinta de lo que somos o pretendemos ser, mostrar en definitiva esa parte oculta que está más cerca de ser nosotros mismos de lo que en principio pudiéramos suponer.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: archivos