Adiós a Santiago Morán Garrido, historia de los Picos de Europa
Santiago Morán Garrido, en la historia ilustrada de los Picos de Europa...Por Isidoro Rodríguez Cubillas.
Ayer, 27 de junio de 2021, los Picos de Europa aparecieron cubiertos. Una densa cortina de nubes ocultaba los gigantes de piedra que se elevan, casi irreales, por encima del privilegiado valle de Valdeón.
En la capital leonesa los amantes del mundo de las montañas guardan silencio por Santiago Morán Garrido, cuya vida se ha extinguido a los 88 años.
Santiago estuvo, está y estará sólidamente unido a estas montañas de los Picos de Europa, las más elevadas y excelsas de cuantas pueblan nuestra orografía de las montañas leonesas.
Fue hijo de una guerra y una postguerra sufriendo por ello, en sus carnes infantiles, la hambruna, la represión y el odio que existió en esos años crueles de nuestra historia, y esto, sin duda, forjó en él un carácter indómito, con una gran capacidad de sufrimiento, una predisposición al enfrentamiento con causas difíciles, teniendo como contrapunto la fuerte amistad y el compañerismo, cualidades todas presentes en el ADN del montañero.
Santiago tenía una acusada cojera producto de una parálisis infantil, lo que no fue óbice para que, a base de esfuerzo y dedicación, se convirtiera en un excelente andarín recorriendo los Picos de Europa en todos los sentidos.
Caminó durante muchos años, semana tras semana y año tras año, por mil y un vericuetos, caminos imposibles, sendas olvidadas, canales pindias y comprometidas, llegando a muchas cumbres de ensueño: El Llambrión, el Torre Cerredo, o la Bermeja conocieron de su paso por sus puntos mas elevados, y a pesar de no ser escalador, se atrevió a subir, conmigo, a Torre Santa (1977) o al difícil Naranjo de Bulnes (1982).
En sus recorridos se hacía acompañar frecuentemente por guardas del Parque o de la Reserva, así como por los pastores, excelentes conocedores de muchos ignotos lugares en los que no se conformaba con contemplar el paisaje, sino que se empapaba de los conocimientos de sus compañeros anotando rigurosamente cada nombre de un paso, de un sedo, de una majada… Este minucioso comportamiento hizo que mas tarde, en su cotidiano trabajo en su pequeño taller de zapatería en la calle Barahona de León, entre suela y suela, fuera tejiendo una increíble representación mental de topónimos que tuvo su asiento material en un excelente mapa de cordales sobre los Picos de Europa, que desde su publicación acompañó a muchos montañeros por montañas y lugares desconocidos, y que como un amigo me comentaba, aún hoy día viaja, ya roto por el uso, siempre en el fondo de su mochila.
Y es que Santiago, siempre de fácil conversación, amable y generoso, compartía su abundante información con todos, a la vez que tenía una inagotable avidez por seguir aprendiendo.
Con sus manos de artesano construyó una maqueta recortando hábilmente, con su cuchilla de zapatero, duras planchas de tablero, que a modo de curvas de nivel ensambló, y en la que eran fácilmente identificables las canales, las riegas o las cumbres, y que orgullosamente mostraba a quienes le visitábamos en su taller interrumpiendo su trabajo diario.
Con su compañero y amigo del alma, Ramón Lozano publicó media docena de libros de montaña con nombres tan sugerentes para el montañero como: Mampodre: 40 rutas de montaña, El Cares, Sajambre: itinerarios de montaña, Lagos y Lagunas de Montaña en León y Montañas de León. En el año 2004, coincidiendo con la celebración del centenario de la primera escalada al Naranjo de Bulnes protagonizada por Pedro Pidal y Gregorio Pérez, el Cainejo, tuve la ocasión de escribir con ellos el libro Naranjo de Bulnes, el Cainejo y Caín.
Querido, admirado y respetado por todos, Santiago se convirtió en una autoridad cuando se trataba de hablar sobre los Picos de Europa, y ello, unido a su carácter amable, le hizo merecedor de distinciones y premios por parte del deporte del Montañismo así como el reconocimiento en varios pueblos y ayuntamientos en los que por supuesto no podían faltar los de Valdeón o Sajambre.
Ocupó varios cargos en la Federación Leonesa de Montaña, y posteriormente en la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León, con especial dedicación a los refugios de montaña, teniendo especial cariño al de Collado Jermoso y al de Vegabaño.
También participó en los Grupos de Rescate en Montaña de la Federación de Montaña, antes de que se crearan los GREIM de la Guardia Civil, entre los que tuvo después muchos amigos, y a punto estuvo de perder la vida en el año 1977 cuando el helicóptero en el que iba, a modo de guía, estuvo a punto de estrellarse al romperse las hélices en su roce contra la pared de la cara norte de Torre Santa, en la intervención de un rescate de un montañero muerto y otro gravemente herido.
Durante muchos años hacía una notable actividad el día de su santo, el 25 de julio, que cariñosamente sus muchos amigos dieron en llamar “la Santiaguina”, que consistía en salir del puerto de Panderruedas para, por Dobres, pasar a la Canal del Perro continuando hasta Vega Huerta, en la base de la cara sur de Torre Santa, descendiendo luego por la dura canal de Mesones a Caín. A pesar de ser mayor que yo, recuerdo una ocasión en la que le tuve que reñir enérgicamente por haber hecho esta actividad en solitario, en un año en el que aún se conservaba la nieve en algún tramo, y ésta estaba helada.
Se nos ha ido Santiago Morán Garrido, pero siempre estará ahí su obra para información y deleite de todos los montañeros, lo que mantendrá imperecedero su recuerdo.
Fuente: Isidoro Rodríguez Cubillas
Fotografía: Isidoro Rodríguez Cubillas
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