La Ermita que San Froilán construyó en una imponente Peña de Valdorria
La Ermita que San Froilán construyó en una imponente Peña de Valdorria.
El templo, a más de 1.300 metros, y sus 365 peldaños protagonizan una leyenda y una romería de Interés Turístico Provincial, y ofrecen unas incomparables vistas del Alto Curueño.
365 escalones, uno por cada día del año, llevan hasta la Ermita de San Froilán, un pequeño templo del siglo IX situado a más de 1.300 metros de altitud en la Peña Cucurrina de Valdorria, dentro del municipio de Valdepiélago. Según la leyenda, para su construcción, de tan solo un burro y un lobo domesticado se valió el Santo.
El monje Froilán llegó a Valdorria procedente de Lugo a mediados del siglo IX, en plena Reconquista Española, lucha contra los árabes que motivó el fenómeno eremita. Para su retiro espiritual eligió una cueva de la Peña Cucurrina y allí se propuso construir una Ermita.
Cuenta la leyenda que comenzó las obras ayudado por un borrico con el que transportaba cada una de las piedras, pero entonces una mañana, mientras rezaba absorto en sus oraciones, un lobo hambriento convirtió al asno del Santo en su almuerzo.
San Froilán se encontró al depredador devorándolo y con tan solo su mirada lo dejó acurrucado y temeroso, mientras le dedicaba palabras de amor y paz. Así fue como lo domesticó, quitándole el miedo al hombre.
El lobo se convirtió en su aliado para llevar el material hasta completar el pequeño templo y la escalera tallada en piedra. Además, desde entonces caminó siempre a su lado, arrimado a su pierna derecha, imagen con la que se representa al Santo.
Desde allí se dedicó a predicar el evangelio y, al parecer, llegó a fundar hasta tres monasterios, convirtiéndose en todo un referente en el norte peninsular antes de que Almanzor destruyese León, Santiago de Compostela y Barcelona y que los reinos cristianos se contrajesen a la Cordillera Cantábrica.
El templo está elaborado en un tosco románico rural y fue reconstruido después de la Guerra Civil Española. En la portada aparece una efigie en piedra en un escudo heráldico que representaría a San Isidoro a caballo, tal y como se halla en el pendón de Baeza que se custodia en la Basílica de San Isidoro de León; y dentro se custodia la imagen de San Froilán.
Para llegar hasta la ya conocida como 'Peña el Santo', donde se ubica la ermita, es necesario ascender un escalón por cada día del año, 365 peldaños tallados en la piedra que a lo largo de los años y generación tras generación, han sido testigos de una multitudinaria romería en honor al monje eremita que se convirtió en Santo.
La rogativa tiene lugar cada 1 de mayo desde tiempos inmemoriales, aquellos en los que Valdepiélago formaba parte de la antigua Real Encartación de Curueño, un caso único de jurisdicción civil en toda España. Ésta apadrinaba la manifestación popular alzando al cielo los estandartes y pendones de todas las localidades para presentar al Santo Froilán sus peticiones y ofrecerle los productos de la tierra.
Esta tradición milenaria, en la que los fieles procesionan hasta la Ermita continúa en la actualidad y congrega cada año a miles de visitantes para disfrutar del desfile de pendones, la Lucha Leonesa, el discurso del mantenedor o el ágape. Su importancia es tal que está declarada como Fiesta de Interés Turístico Provincial.
Pero la visita al templo merece la pena todos los días del año, tanto por las impresionantes vistas que la cobijan, con una panorámica incomparable de todo el valle desde las peñas de Valdorria hasta las Hoces de Valdeteja.
Fuente: Diario de Valderrueda
Fotografía: DDV y Turismo Montaña de Riaño
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