Las Caldas de Nocedo de Curueño, donde se dejaban los dineros, pero también los males

Las Caldas de Nocedo de Curueño, donde se dejaban los dineros, pero también los males.

El balneario se levantó en 1900, fue cuartel republicano en la Guerra Civil y llegó a contar con un hotel con todas las comodidades.

A él acudía la flor y nata leonesa debido a la fama de sus curativas aguas a nada menos que 27,5 grados.

Las Caldas de Nocedo de Curueño, en el municipio de Valdepiélago, es ahora una estación termal abandonada que alcanzó gran esplendor durante prácticamente todo el siglo X por las aguas curativas de su manantial, a 27,5 grados, que atraían a toda la flor y nata leonesa. 

El balneario se levantó en 1900, fue cuartel republicano durante la Guerra Civil y llegó a contar con un hotel con todas las comodidades e incluso alojamiento para todas las clases sociales. "Adiós Caldas de Nocedo y sus aguas minerales. Aquí dejamos nuestros dineros, pero también nuestros males", rezaba el dicho popular.

A las Caldas solían acudir los vecinos de los pueblos cercanos a bañarse y a beber las aguas medicinales, entonces, en 1900 los hermanos Emilio y Laureano Díez Ordoñez compraron los terrenos por 2.000 duros y levantaron el primer edificio del balneario por 16.000, en un entorno idóneo para el descanso, un entorno natural precioso junto al río Curueño y la antigua calzada romana a la Vegarada, encajonado entre las laderas de Peña Valdorria (1.927 metros) y Peña Cernadera (1.574 metros).

Sus aguas termales-bicarbonatadas-sódicas salían del manantial a 27,5 grados y estaban indicadas para reumatismos, gota crónica, ciáticas o parálisis; afecciones del corazón, hipertensión arterial, bronquitis crónicas, catarros, neumonías, asma y tisis incipiente, procesos digestivos, intestinales y urinarios. Todo ello, certificado por análisis de eminentes químicos y asombrosos casos de curación. 

En él se podía disfrutar de hidroterapia, salas de pulverizaciones, duchas y chorros, estufas, y gabinete de inhalaciones. Además, los hermanos ampliaron las instalaciones con hotel, donde llegaron a disponer de 65 camas, habitaciones con baños y agua corriente, amplios salones y grandes comodidades para la época. 

La pensión completa costaba desde 40 pesetas al día, y la hospedería con cama y cocina compartida desde 10 pesetas, por lo que atraían a todas las clases sociales, pero especialmente a la flor y nata de toda la provincia de León.

Otro de los servicios más destacados del balneario de la Montaña Oriental Leonesa era el coche a disposición de los clientes, que los transportaba desde la estación de tren de La Vecilla a las Caldas y viceversa. Se ofrecían también excursiones por los increíbles valles y frondosas vegas de Valdepiélago y La Vecilla, así como a las abruptas hoces de Valdelugueros, y no faltaba tampoco una capilla, donde celebraba misa y rosario diario, para sanar el alma además de las dolencias corporales.

Lo habitual es que los bañistas se sometieran a nueve baños u otro número inferior, pero impar. Cada uno de ellos debía tener una duración de unos 10 minutos, con el agua a 38 grados. Seguidamente se aplicaba el chorro durante otros 8 minutos, a 42 grados, y se pasaba a la cama a reposar y sudar, para finalizar con un paseo. Al terminar el tratamiento, que duraba tres temporadas para notar la mejoría, se recomendaban 40 días sin coger frío.

Con la llegada de la Guerra Civil, la estación termal se convirtió en punto estratégico. Tras el golpe de julio de 1936 quedó en poder de los sublevados, sin embargo, el 9 de enero de 1937 las tropas republicanas del Batallón Asturias AS-250 ocuparon Nocedo y el balneario, que fue utilizado como cuartel.
 

Al término del conflicto bélico, el edificio quedó saqueado e incendiado, por lo que en 1941 se reconstruyó y se levantó una planta más para disponer de más habitaciones. 

En la década de los 70, según los documentos del balneario a los que ha tenido acceso Diario de Valderrueda, el coste de las estancias partía de las 360 pesetas y alcanzaba las 480, con la pensión alimenticia por otras 420 pesetas. Además, la traducción de esta lista de precios a inglés, francés y alemán reflejan la diversidad de visitantes que llegaban hasta él.

Sus puertas se cerraron finalmente en en 1986, quedando desde entonces en un estado lamentable de abandono. 

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: El Blog de la Mata de Curueño