Hierro y carbón forjaron la puntera Ferrería de San Blas en Sabero, ahora Museo

Hierro y carbón forjaron la puntera Ferrería de San Blas en Sabero, ahora Museo.

Hace más de 180 años tuvo los primeros altos hornos de cok de España y la maquinaria más moderna de la época, que todavía hoy se puede contemplar.

El 14 de marzo de 1846 la Sociedad Palentino-Leonesa de Minas, que poseía la mina de hierro 'La Imponderable' en el Valle de Sabero, comenzó a construir el primer alto horno de cok de España para abastecer de forma autónoma a la Ferrería de San Blas, fábrica que se levantó entre 1940 y 1943. En la actualidad, el complejo constituye parte del increíble patrimonio industrial de la Montaña Oriental Leonesa y es sede del Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero.

La Ferrería de San Blas, es de estilo neogótico y está construida en piedra y ladrillo. Cuenta con tres naves, entre las que destaca la central, cuya espectacular cubierta se sustenta en una sucesión de arcos diafragma. Por su parte, las naves laterales se cierran con bóvedas de medio punto. 

Pero, al margen de su interés arquitectónico, su interior destaca por haber albergado un amplio despliegue de la tecnología más puntera de la época movida por el carbón de cok, lo que supuso en su momento una gran novedad. Era la primera vez que se empleaba en una ferrería española este combustible, que facilitaba y aceleraba la obtención de grandes cantidades de hierro.

La gran fábrica disponía de una Casa de Máquinas compuesta por dos máquinas soplantes con 12 calderas de vapor, montadas sobre 20 hornos de cok y, aparte de estos, 40 más. Por su parte, en la Fundería, donde se realizaban las operaciones de moldeo en arena, contaba con cubilotes donde el hierro colado se vertía en los moldes de arena. En ella se elaboraban todo tipo de productos, desde objetos para uso cotidiano de la propia ferrería hasta productos manufacturados destinados a la venta, como tuberías, balcones, balaustres, rejas...

Dentro de la ferrería existían también la Gran Lonja de la Forja y la Laminación, que en el presente son el único vestigio de de una instalación industrial de la época, y de este estilo, que se conserva en España. En ellas residían diez hornos de pudelado y cuatro de refino, cinco hornos para lingotes y uno para fabricar bronce; junto a su máquina de vapor, que fue la primera de la Provincia de León. Todo ello, sumado a los martillos de la forja: el pilón y los frontales, sus trenes de laminación de basto, de fino o cortadores, y sus cizallas.

Por último, destaca su taller mecánico, que contaba con modernos tornos y taladros que se han preservado y pueden ser admirados en su entorno original, más de 180 años después, gracias al Museo que ocupa las instalaciones. De hecho, esta maquinaria está considerada una verdaderas joya única en Europa por ser obra de James Nasmyth, un famoso ingeniero inglés.

Eran unas instalaciones a la inglesa, con maquinaria adquirida a los mejores fabricantes de Bristol y Mánchester, que supuso una importante innovación en la industria siderúrgica española de la época. Sin embargo, que todas las máquinas llegasen hasta Sabero requirió de un arduo esfuerzo: hubo que transportarlas desde el puerto de Gijón en carretas tiradas por bueyes. Pero, tras su instalación, cada alto horno llegaba a producir diariamente poco menos de diez toneladas de hierro. 

Como bien decíamos, alimentaban los altos hornos con carbón de cok, que se obtenía en hornos cerrados en los que se introducía la hulla y se calentaba a altas temperaturas durante largo tiempo. En la Ferrería de San Blas el proceso duraba entre 25 y 30 horas y como resultado se obtenía un carbón con solo una pequeña fracción de materiales volátiles, un combustible poroso y de poco peso que resultaba idóneo para la fabricación de hierro y acero.  

Los hornos funcionaban ininterrumpidamente y en la fábrica se obtenía hierro en barras de diferentes perfiles; redondos, cuadrados, llantas, viguetas de construcción... Además de otras fabricaciones especiales, tales como aros, flejes, o los cortadillos para clavos y herraduras. El material se destinaba, en la mayoría de los casos, a la construcción de maquinaria y sus mercados estaban en León, Palencia, Valladolid y Madrid, hasta donde llegaban por las estaciones de Sahagún y Mansilla de las Mulas. 

San Blas mantuvo su actividad hasta 1862, fecha en la que tuvo que cerrar debido a la reforma arancelaria. Más tarde, en 1880, las minas de la Sociedad Palentino-Leonesa quedaron en manos de capital vasco, lo que dio lugar a la constitución en 1892 de Hulleras de Sabero, S.A. 

La nueva empresa reanudó la explotación carbonífera pero no la fabricación de hierro. El mineral pasó a destinarse al mercado siderúrgico de Bilbao, principalmente para construir el Ferrocarril de La Robla a Balmaseda (1894). De esta forma, la actividad minera continuó en toda la comarca hasta 1991.  

Precisamente cuando se puso punto y final a la minería en el Valle de Sabero, en 1991, comenzó el resurgir de las ruinas de la Ferrería de San Blas, que fueron reconocidas como Bien de Interés Cultural. Así, tras años de proyectos y restauraciones, la fábrica volvió a cobrar vida en 2008 para dar cabida al Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León. 

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero; Turismo Montaña de Riaño.