El 'Tren Hullero' de La Robla, motor de la minería en el Norte de España

El 'Tren Hullero' de La Robla, motor de la minería en el Norte de España.

Su influencia fue tal que, en la Montaña Leonesa y la Montaña Palentina, se triplicó la producción minera, al igual que lo hizo la población.

El ferrocarril de La Robla, también conocido como el tren 'Hullero', fue una de las grandes infraestructuras impulsadas por la minería en España. 

Es considerada la línea férrea de vía estrecha más larga de Europa Occidental, y su trazado comunicaba originalmente, a lo largo de 335 kilómetros, desde La Robla hasta los Altos Hornos de Vizcaya. Así, su amplio recorrido contribuyó a revitalizar las grandes cuencas mineras de la Montaña Leonesa y la Montaña Palentina.

Su construcción fue fruto de la gran necesidad de materia prima de la poderosa industria férrea de Vizcaya, la única gran siderúrgica a nivel mundial que no se sitúa en una cuenca carbonífera. Lo habitual a finales del siglo XIX era adquirir el carbón en Inglaterra y llegaba en los mismos barcos en los que se enviaba el hierro. Pero la subida de su precio entre 1889 y 1890 supuso que el coste de producción del lingote vasco doblase, e incluso triplicase, el precio que ofrecían otras zonas siderúrgicas.

La búsqueda de alternativas en las cuencas carboníferas leonesa y palentina fue el germen de esta infraestructura ferroviaria. La Sociedad del Ferrocarril Hullero de La Robla a Valmaseda, impulsada por el ingeniero guipuzcoano Mariano Zuaznávar, fue la constructora y operadora. Los trabajos comenzaron en 1890 y primaba tanto acabar cuanto antes, que el primer tramo de 45 kilómetros entre Valmaseda y Espinosa de los Monteros fue inaugurado en octubre de 1892, en apenas dos años. Cuatro años después, el 11 de agosto de 1894, se estrenó el tramo principal entre La Robla y Valmaseda.

Para su construcción se encargaron 13.000 toneladas de carriles a Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Aceros de Bilbao y el coste del trazado rondó los 20.000.000 de pesetas. El proyecto estuvo financiado por los industriales Enrique Aresti y Victoriano Zabalinchaurreta, y los primeros años fueron difíciles.

En 1905 la sociedad pasó a llamarse Ferrocarriles de La Robla, S. A., y Mariano Zuaznávar se desvinculó. No fue hasta 1910 que la demanda del tren y del carbón comenzó a crecer, coincidiendo con el desarrollo de dos grandes cuencas mineras en la provincia de León, la de Sabero y Matallana. En 1916 el mejor resultado económico de su historia: 4.117.269 pesetas y en 1918, alcanzó el medio millón de toneladas transportadas. 

La influencia del 'Tren 'Hullero', que atraviesa León, Palencia, Cantabria, Burgos y Vizcaya, fue tal que en algunas zonas se triplicó la producción, al igual que hizo la población. De hecho localidades como Cistierna y Guardo se convirtieron en importantes polos industriales, así como sus ámbitos de actuación y las decenas de minas de estas zonas. Por otro lado, es considerado uno de los ferrocarriles más emblemáticos, precisamente, por su papel en el desarrollo económico y social durante más de un siglo, porque, de hecho, llegó a influir hasta en la gastronomía, dando lugar a las Ollas Ferroviarias. 

Después, la llegada de la Guerra Civil Española supuso un importante estancamiento, las cuencas mineras permanecieron paralizadas, y ambos bandos hicieron uso del ferrocarril para sus objetivos, provocando importantes destrozos en su infraestructura. Tras el bache, en 1958 logró su récord de carbón transportado: 908.464 toneladas, y se aprobó la compra de sus primeras locomotoras diésel: 7 modelos Alshtom Serie 1000.

Pero, tras décadas siendo el motor de la minería, la sociedad no pudo hacer frente al Plan Decenal de Modernización, con el que adquirió 10 locomotoras diésel GECo para sustituir la tracción de vapor y lograr rentabilidad. Desde 1968 comenzó a dar pérdidas y en 1972 entró en quiebra. La empresa pública FEVE se hizo cargo de la línea, algo que no solo no consiguió mejorar la situación, sino que los resultados empeoraron. 

Con el fin de parar la debacle se creó en 1983 el tren turístico Transcantábrico, el primer tren-hotel de España, que ofrecía un servicio de lujo. Sin embargo, no fue suficiente, en 1991 cesó su utilización para el tráfico de pasajeros y, aunque en 2003 se reanudaron distintos servicios entre León y Bilbao, nunca volvió a ser el mismo 'Tren Hullero'. 

Desde entonces, las polémicas son una constante, y el sentimiento de abandono de la línea es más que evidente en las cuencas mineras leonesas y palentinas, que han luchado por defender este transporte. Ahora la infraestructura es gestionada por Adif, y los servicios ferroviarios de pasajeros y mercancías son prestados por Renfe.

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Wikipedia - archivo histórico minero - FEVE