La historia del Castillo de Aquilare, en Sabero, asediado por Alfonso IX

La historia del Castillo de Aquilare, en Sabero, asediado por Alfonso IX.

Escenario de las Guerras Cántabras, amurallado en tiempos de la ocupación árabe y ejemplo de resistencia, hoy sus ruinas todavía desprenden ecos de aquellas glorias.

El Castillo de Aquilare o Aquilar de Sabero fue una gran fortaleza que rigió en el condado medieval del mismo nombre, que se extendía desde Gradefes hasta más allá de Argovejo, y que controlaba el camino natural entre la montaña y la meseta, a través de la cuenca del Esla. Se sabe que perteneció a una poderosa familia, los Flagínez o Flaínez, que lo enajenaron los Reyes de León y que fue asediado por Alfonso IX.

Por los restos hallados en su entorno, sus orígenes como posición estratégica se remontan al Neolítico, y dado el importante asentamiento cántabro que parece que se estableció después a sus pies, fue también escenario de las Guerras Cántabras contra los romanos. De estos últimos pudo haber derivado el nombre de 'Aquilare' a partir de los estandartes coronados por águilas imperiales que solían plantar en la parte más alta del campamento una vez conquistadas las tierras y tras su pacificación.

Sin embargo, sus inicios como castillo amurallado datan de la ocupación árabe cuando, después de la conquista de la Península, los árabes se establecieron en los pasos difíciles de las montañas para proteger los territorios conquistados frente a las tropas de Pelayo, que ocupaban las cabeceras de los ríos en la zona Cantábrica. 

Aunque pronto quedó abandonado y los terrenos fueron recuperados durante la Reconquista, momento en el que la fortaleza empezó a cumplir la función de dar protección a los cristianos que colonizaban y repoblaban las nuevas tierras. Aun así, su existencia no queda documentada por escrito hasta pasado el año 900, momento en el que empieza a aparecer citado el nombre de Aquilare de manera continuada y abundante hasta bien entrado el siglo XVIII. 

A partir del año 997, pasó a manos de los Flagínez o Flaínez ya de forma oficial, pero la mantuvieron poco tiempo, puesto que en el 1.060 el rey Fernando I se lo arrebató por la rebelión contra su padre del conde Fernán Flagínez. Loi recuperarían en 1.188 cuando el rey leonés Fernando II se casó con Urraca López de Haro, viuda de un Flagínez, y este le otorgó como dote varios castillos, entre ellos el de Aquilare.

A la muerte del monarca, Urraca se los cedió a su hermano Diego López de Haro, señor de Vizcaya, que por motivos sucesorios se enfrentó al nuevo rey de León, Alfonso IX, dando lugar a uno de los momentos más relevantes de la historia del fortín saberense: el asedio.

"El castillo de Aquilar resistió más de siete años, estando siempre cercado y siendo su alcaide el valeroso Marcos Gutiérrez. Faltaba ya la viuda, y faltando también la gente, porque unos moran y otros hubieron de huir por el hambre, de modo que quedó dentro de él, él solo, amparado por los gruesos muros. Comió todo lo que dentro fuese comestible, como los cueros de las sillas, las correas y los ratones. Hasta pacía las hierbas que nacían en el corral y en los muros, y una vez consumido todo y viendo que le faltaban las fuerzas, con gran frescura y valor cogió en sus manos las llaves del castillo y se dejó caer atravesando cabe la puerta del mismo, y así quedó desacordado hasta mediodía. Pero antes había comulgado de la tierra y encomendado su alma a Dios". Crónica de Ocampo.

El relato prosigue contando cómo Gutiérrez es auxiliado por los soldados y premiado por su valor por el mismo rey. De esta forma, la fortaleza vuelve a estar en poder real y Alfonso IX la intercambia, junto con el de Monteagudo, con el obispo D. Pedro por los de Castrotierra de Valmadrigal y Ferreras.

Posteriormente, sin que se sepa muy bien cómo, en 1.349 quedó a cargo de los Señores de Villalobos, que eran llamados Duques de Aquilar en las 'montañas de Boñar, tierra de León', quienes decidieron reedificarlo en 1.387. Tras ello, las últimas menciones documentales datan de 1.776, con motivo de la toma de posesión del Marqués de Astorga, y de 1.792, referente al pleito entre los concejos de Modino y el de Valdellorma.

Volviendo en el tiempo hasta nuestros días, durante una ruta podemos conocer los restos derruidos y deteriorados que todavía se conservan, y que desprenden ecos de aquellas guerras, asedios, nombramientos y glorias.  

Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Turismo Montaña de Riaño y José María Escapa